El 29 de octubre de 1929, se precipitó la bolsa de Nueva York, abrió la denominada Gran Depresión, y por décadas se consideró el capitalismo, soportado en el mundo bursátil, como inviable, cuando el fantasma de la crisis de la tasa de ganancia y sobre producción hizo de nuevo su aparición, y recordó que dicho sistema económico depende de constantes ampliaciones geoeconómicas, recreación del consumo, en general, de la demanda, la necesidad de las revoluciones tecnológicas, o, las clásicas expansiones imperiales. En particular, la Segunda Guerra Mundial, fue la puerta de salida al derrumbe del sistema ocurrido en el 29.
El New Deal de Roosevelt, es decir, el nuevo pacto social, soportado en el trabajo y pleno empleo, respeto por los derechos ciudadanos, fue en primera instancia, el acicate político que permitió a Estados Unidos, poner en marcha la sociedad, recuperar la credibilidad en una moneda de cambio y una alta intervención estatal, como garantía de que el desplome bursátil y monetario, no volvería a ocurrir. En la retina quedó el miedo que generó perderlo todo en un abrir y cerrar de ojos, pasando de una economía fluida al trueque, de un golpe.
El New Deal apalancó el desarrollo de infraestructura pública, carreteras, trenes, electrificación, construcción de escuelas y universidades, infraestructura para la salud, sin embargo, el temor a una sociedad del buen vivir, que hiciera demandas sociales cada vez mayores, hizo que la opción coercitiva de recrear el capitalismo, paulatinamente, se concentrara en el consumismo, la demanda ad infinitum de recursos naturales y la expansión imperial, algo que faculta una economía con ejércitos de trabajadores informales y una extendida acumulación de capital.
Pero esta misma realidad, hoy en día, ya en este 2024, es la misma que impulsa la guerra contra Rusia y desliza la próxima, contra China, por parte de Estados Unidos, quien ha visto perder paulatinamente su espacio geoeconómico debido a los desarrollos en la producción, comercio y tecnológicos por parte de Beijing, mientras olas de dólares impresos por décadas, pierden representación en la economía global.
El presidente de la Reserva Federal de EEUU, Jerome Powell, hace su trabajo en sus constantes comparecencias, llevando un mensaje de tranquilidad a los mercados y potentados estadounidenses. Empero, esta es la realidad.
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