2024/03/08

En el discurso de la Unión de Biden, emergieron aspectos como el apoyo a Ucrania, aunque sostiene que no habrán tropas de EEUU en dicho territorio -se diría, progresivo, dadas las recientes revelaciones de unas comunicaciones entre altos mandos militares de Alemania, que suponen lo contrario-, la expansión de la Otan, el tema del aborto, la edad del presidente, las terapias para el embarazo, la toma del Capitolio en 2021 o la guerra en Gaza, donde omite, hablar de genocidio, dando a conocer que se desplegará un puente marítimo para ayudas a los gazatíes, tratando de quitar del ambiente, lo bochornoso de lanzar ayudas en paracaídas, a cambio de obligar, a Israel, a abrir un ingreso por tierra para entrega en la mano, de las mismas, algo con lo que busca congraciarse con votantes demócratas de origen árabe, que se han descolgado de la campaña demócrata.

Pero vale la pena detenerse en otro aspecto sensible.

 Biden, remoja una perspectiva, en la que demócratas como republicanos convergen, y es reconocer la progresiva crisis industrial que precipita tanto el presente como el futuro de la Unión Americana, y en la que plantea como solución el reshoring o el retorno de las empresas, que se marcharon de EEUU debido a los altos costos de producción a otros países, en particular China, un proceso que significó décadas para su consolidación.

¿Pero es ello posible?

 No hay duda, que la economía se soporta en realidades como que los compradores, en cualquier lugar del mundo, se guían por la teoría de la maximización de sus recursos, y eso significa colocar en la balanza, precios y calidad de los productos que se adquieren, lo que hace pensar en lo poco viable de volver a sembrar las factorías en EEUU, reconociendo que el dólar sigue siendo una moneda fuerte respecto de, en general, buena parte de las demás que circulan en el mundo. Solo pensar en el cambio en Colombia de “un dólar” por “4000 pesos”.

El caso de China es bien diferente con “un dólar” equivalente a “7,2  yuanes”, en este momento, pero allí, juegan otras circunstancias, y es que el país asiático es hoy la factoría del mundo, sigue siendo uno de los países de mayor crecimiento económico entre las potencias industriales, lo que significa, tener una población con capacidad de compra, por lo que representa un mercado atractivo, y donde las multinacionales estadounidenses u occidentales tienen una importante presencia, y, ni que decir, ganancias.

Tampoco es despreciable la relación entre la profesionalización de la fuerza de trabajo china, si se compara con el salario, es decir, un recurso humano que sobresale en conocimiento en tecnologías de punta, electrónica o computación, producción industrial ampliamente desarrollada en todo tipo de materias primas, y que, claro está, se soporta en universidades y educación básica sobresaliente. Por demás que es abundante.  

 Ni que hablar, de los logros estatales de carácter sanitario. De hecho, China, es de los pocos países que desarrolló su propia vacuna contra el Covid 19, y todo ello redunda en bienestar social y una fuerza de trabajo con alta disponibilidad laboral. Sobra hablar de costos competitivos de la energía eléctrica y de combustibles y abastecimientos de agua dulce, colocados como prioridad por el gobierno en inversiones, sostenidas en el tiempo. Entre otros, la planeación gubernamental, explica  el milagro económico de Beijing, por si quedan dudas de los beneficios que trae la implementación de un modelo keynesiano, que, con soberanía nacional e importante gestión estatal, ha podido colocarse al nivel de EEUU, en una generación.

Esto para decir, que EEUU, la tiene bien difícil y que lo esperable, es que se extienda por unos buenos años el proceso de desglobalización que se plantea, mientras Occidente permite el desarrollo de escenarios geoeconómicos alternantes a China: un destino es el mismo Mexico, pero por lo dicho, se requiere de tiempo para equiparar las potencialidades que otorga el gigante asiático. Bueno, salvo que EEUU opte por el impulso de una guerra, que implique la destrucción de las capacidades chinas como solución final, lo que por lo que se ve en los entornos de Taiwan, no es descartable, y que tiene que ver con las alianzas militares del pacífico, como el AUKUS, con la conjunción Australia, Reino Unido y Estados Unidos, y que se extienden a Japón y Corea del Sur, y otros países en los entornos del mar Meridional de China.

 Así las cosas, tanto republicanos como demócratas, se mueven en un escenario complejo, en medio del declive de la hegemonía estadounidense, y lo que debería ser el verdadero tema de las elecciones, y es como capotear esta realidad, sin que la humanidad se vea subsumida en una guerra nuclear, está de lado, mientras la persecución a los migrantes o la impresión de dinero sin respaldo, sigue siendo la ruta que guía el futuro del país de la América del Norte.

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