En el discurso de la Unión de Biden, emergieron aspectos como el apoyo a Ucrania, aunque sostiene que no habrán tropas de EEUU en dicho territorio -se diría, progresivo, dadas las recientes revelaciones de unas comunicaciones entre altos mandos militares de Alemania, que suponen lo contrario-, la expansión de la Otan, el tema del aborto, la edad del presidente, las terapias para el embarazo, la toma del Capitolio en 2021 o la guerra en Gaza, donde omite, hablar de genocidio, dando a conocer que se desplegará un puente marítimo para ayudas a los gazatíes, tratando de quitar del ambiente, lo bochornoso de lanzar ayudas en paracaídas, a cambio de obligar, a Israel, a abrir un ingreso por tierra para entrega en la mano, de las mismas, algo con lo que busca congraciarse con votantes demócratas de origen árabe, que se han descolgado de la campaña demócrata.
Pero vale la pena detenerse en otro aspecto sensible.
Biden, remoja una perspectiva, en la que
demócratas como republicanos convergen, y es reconocer la progresiva crisis industrial
que precipita tanto el presente como el futuro de la Unión Americana, y en la que
plantea como solución el reshoring o el retorno de las empresas, que se
marcharon de EEUU debido a los altos costos de producción a otros países, en
particular China, un proceso que significó décadas para su consolidación.
¿Pero es ello posible?
No hay duda, que la economía se soporta en
realidades como que los compradores, en cualquier lugar del mundo, se guían por
la teoría de la maximización de sus recursos, y eso significa colocar en la
balanza, precios y calidad de los productos que se adquieren, lo que hace
pensar en lo poco viable de volver a sembrar las factorías en EEUU, reconociendo
que el dólar sigue siendo una moneda fuerte respecto de, en general, buena
parte de las demás que circulan en el mundo. Solo pensar en el cambio en
Colombia de “un dólar” por “4000 pesos”.
El caso de China es bien diferente con “un dólar”
equivalente a “7,2 yuanes”, en este momento,
pero allí, juegan otras circunstancias, y es que el país asiático es hoy la
factoría del mundo, sigue siendo uno de los países de mayor crecimiento
económico entre las potencias industriales, lo que significa, tener una
población con capacidad de compra, por lo que representa un mercado atractivo,
y donde las multinacionales estadounidenses u occidentales tienen una
importante presencia, y, ni que decir, ganancias.
Tampoco es despreciable la relación entre la
profesionalización de la fuerza de trabajo china, si se compara con el salario,
es decir, un recurso humano que sobresale en conocimiento en tecnologías de
punta, electrónica o computación, producción industrial ampliamente
desarrollada en todo tipo de materias primas, y que, claro está, se soporta en
universidades y educación básica sobresaliente. Por demás que es abundante.
Ni que hablar, de los logros estatales de carácter
sanitario. De hecho, China, es de los pocos países que desarrolló su propia
vacuna contra el Covid 19, y todo ello redunda en bienestar social y una fuerza
de trabajo con alta disponibilidad laboral. Sobra hablar de costos competitivos de la
energía eléctrica y de combustibles y abastecimientos de agua dulce,
colocados como prioridad por el gobierno en inversiones, sostenidas en el
tiempo. Entre otros, la planeación gubernamental, explica el milagro económico de Beijing, por si quedan
dudas de los beneficios que trae la implementación de un modelo keynesiano, que,
con soberanía nacional e importante gestión estatal, ha podido colocarse al
nivel de EEUU, en una generación.
Esto para decir, que EEUU, la tiene bien difícil
y que lo esperable, es que se extienda por unos buenos años el proceso de
desglobalización que se plantea, mientras Occidente permite el desarrollo de
escenarios geoeconómicos alternantes a China: un destino es el mismo Mexico,
pero por lo dicho, se requiere de tiempo para equiparar las potencialidades que
otorga el gigante asiático. Bueno, salvo que EEUU opte por el impulso de una
guerra, que implique la destrucción de las capacidades chinas como solución final,
lo que por lo que se ve en los entornos de Taiwan, no es descartable, y que tiene
que ver con las alianzas militares del pacífico, como el AUKUS, con la conjunción
Australia, Reino Unido y Estados Unidos, y que se extienden a Japón y Corea del
Sur, y otros países en los entornos del mar Meridional de China.
Así las cosas, tanto republicanos como
demócratas, se mueven en un escenario complejo, en medio del declive de la
hegemonía estadounidense, y lo que debería ser el verdadero tema de las
elecciones, y es como capotear esta realidad, sin que la humanidad se vea
subsumida en una guerra nuclear, está de lado, mientras la persecución a los
migrantes o la impresión de dinero sin respaldo, sigue siendo la ruta que guía el
futuro del país de la América del Norte.
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