2024/03/19

El derrumbe de la Unión Soviética en 1991, fue el momento esperado por Estados Unidos, para desatar con fuerza la deslocalización industrial de la Unión Americana, en dirección a China, una expansión geoeconómica para dinamizar el renqueante capitalismo estadounidense, con dificultades propias de tasa de ganancia y de sobreproducción, por lo que producir a menores precios en los entornos de Beijing, pareció tan atractivo como la fuerza gravitacional.

La contención al abismo deficitario comercial de Estados Unidos, sobrevino en el año 2008, que supuso como alternativa, la cuestionada explotación de petróleo y gas, mediante fracking, una movida que permitió a Washington, avanzar con el bloqueo comercial a Venezuela, y reducir de manera sensible las importaciones de Oriente Medio, pero que trajo como efecto, no deseado, que China, sustituyera a Washington como centralidad del comercio de crudo en los petroestados del golfo y de Irán.

Por su parte, la pandemia, precipitó la crisis financiera de la producción de energéticos mediante fracking, debido a la caída de los precios internacionales de gas y petróleo, (-35 dólares por barril en el punto de congelación de la actividad humana). Recordar, que la producción de energías no convencionales es sostenible, siempre y cuando, los precios de sus equivalentes, convencionales, tienen altos precios.

El escenario del gráfico anexo, culmina con la reducción del déficit comercial de EEUU después de 2022, con el inicio de la guerra en Ucrania, momento en el cual, Washington entra a relevar los suministros de gas y petróleo convencional, por tubería, y provenientes de Rusia, por los equivalentes, producidos con fracking.

En el caso del gas, mediante Gas Licuado del Petróleo-GNL, con sobrecostos, si se compara a los precios ofertados por Rusia, superiores al 35%, debido al traslado intercontinental y los procesos de congelamiento, para volver el gas en un líquido, a -169 grados centígrados, un 600% menos de volumen, y el proceso contrario de regasificación, en puertos europeos.

Una disminución adicional del déficit comercial, se espera obtener con el reverdecer fabril de las industrias armamentísticas de EEUU, movilizadas por la demanda de suministros, destinados a la guerra de Ucrania. 

La guerra de Ucrania, iniciada a comienzos de 2022, ha demandado, hasta ahora, por parte de EEUU, 47 mil millones de dólares en 2023 y 60 mil millones de dólares, por parte de la Unión Europea, aprobados en el inicio de 2024, esto sin contar, los recursos económicos destinados a la misma, desde el año 2014, cuando se reconoce, que ciertamente se intensificó la confrontación híbrida entre Occidente y Rusia, entorno a Kiev.

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