El derrumbe de la Unión Soviética
en 1991, fue el momento esperado por Estados Unidos, para desatar con fuerza la
deslocalización industrial de la Unión Americana, en dirección a China, una
expansión geoeconómica para dinamizar el renqueante capitalismo estadounidense,
con dificultades propias de tasa de ganancia y de sobreproducción, por lo que producir
a menores precios en los entornos de Beijing, pareció tan atractivo como la
fuerza gravitacional.
La contención al abismo
deficitario comercial de Estados Unidos, sobrevino en el año 2008, que supuso
como alternativa, la cuestionada explotación de petróleo y gas, mediante
fracking, una movida que permitió a Washington, avanzar con el bloqueo
comercial a Venezuela, y reducir de manera sensible las importaciones de
Oriente Medio, pero que trajo como efecto, no deseado, que China, sustituyera a
Washington como centralidad del comercio de crudo en los petroestados del golfo
y de Irán.
Por su parte, la pandemia,
precipitó la crisis financiera de la producción de energéticos mediante
fracking, debido a la caída de los precios internacionales de gas y petróleo, (-35
dólares por barril en el punto de congelación de la actividad humana).
Recordar, que la producción de energías no convencionales es sostenible, siempre
y cuando, los precios de sus equivalentes, convencionales, tienen altos
precios.
El escenario del gráfico anexo,
culmina con la reducción del déficit comercial de EEUU después de 2022, con el
inicio de la guerra en Ucrania, momento en el cual, Washington entra a relevar
los suministros de gas y petróleo convencional, por tubería, y provenientes de
Rusia, por los equivalentes, producidos con fracking.
En el caso del gas, mediante Gas
Licuado del Petróleo-GNL, con sobrecostos, si se compara a los precios
ofertados por Rusia, superiores al 35%, debido al traslado intercontinental y
los procesos de congelamiento, para volver el gas en un líquido, a -169 grados
centígrados, un 600% menos de volumen, y el proceso contrario de
regasificación, en puertos europeos.
Una disminución adicional del déficit comercial, se espera obtener con el reverdecer fabril de las industrias armamentísticas de EEUU, movilizadas por la demanda de suministros, destinados a la guerra de Ucrania.
La guerra de Ucrania, iniciada a comienzos de 2022, ha demandado, hasta ahora, por parte de EEUU, 47 mil millones de dólares en 2023 y 60 mil millones de dólares, por parte de la Unión Europea, aprobados en el inicio de 2024, esto sin contar, los recursos económicos destinados a la misma, desde el año 2014, cuando se reconoce, que ciertamente se intensificó la confrontación híbrida entre Occidente y Rusia, entorno a Kiev.
xtienda la reflexión con un contenido de nuestro archivo
>>Puzzle de publicaciones<< >> Blog<< <<Geoeconomía> <Geoconflictos> <Geoenergía> <Biosfera>