2024/03/05

El cambio climático a lomo de la guerra, conjuga en un múltiplo, los riesgos a la supervivencia humana, lo que habla de las complejidades que se entremezclan en la coyuntura mundial actual.

 En general, la vida de las ciudades ha retomado su curso, conforme se impone la nueva normalidad, que incluye la convivencia con el virus, la contaminación de las urbes y las emisiones de bióxido de carbono, un gas, inoloro e incoloro, que por no tener efectos instantáneos en las personas, se coloca en el último lugar en la tabla de los problemas sistémicos, pero que con alguna velocidad impone el cambio al clima global, acentúa la crisis de los abastecimientos de agua dulce, la generación de hidroenergía, el incremento del nivel del mar y los eventos climáticos extremos, relacionados con fenómenos atmosféricos, asociados al diferencial de temperaturas entre la superficie terrestre o del mar y las capas superiores de la atmósfera, la sequía, los incendios o las lluvias torrenciales.

La transición en el orden de la geopolítica, tampoco ayuda. La disyuntiva entre producir tanques o aviones de guerra, y parques eólicos o solares, si se mira por los titulares de los medios, bien parece definir el resultado.

 Por su parte, la competencia capitalista entre EEUU y China, que muestran a esta última como vencedora en el campo de las tecnologías de bajas emisiones, electromovilidad, energía solar, Artificial Intelligence o la implementación y desarrollos de la tecnología 5G, para hacer más eficiente el uso de la energía -que seguro si los desarrollos tuvieran epicentro en Washington se venderían  como un logro internacional-, oculta una realidad tozuda, y es que la batalla industrial coloca al margen metas o consideraciones asociadas a la reducción del consumo de combustibles fósiles y en general, de contaminación ambiental.

La producción ad infinitum capitalista se plantea de manera práctica con independencia del tipo de energía que la moviliza-incluye el carbón, el petróleo o gas de esquisto-, y la lucha intercapitalista ha convertido la escena de las tecnologías “amigables” con el medio ambiente, en un nuevo campo de la batalla geopolítica:Tesla versus BYD, la guerra de los chips, o la censura a los paneles solares chinos por estar, según la perspectiva Occidental, subvencionados por Beijing.

En el entretanto, cada vez, se conocen nuevos números “hacia arriba”, en el incremento de la temperatura media global del planeta.

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