Para gusto de los demócratas, Donald Trump ha
reiniciado el envío de armas a Ucrania y ha recibido a manteles al primer
ministro de Israel Benjamín Netanyahu en la Casa Blanca, la mejor forma de
desairar la orden de detención internacional proferida por el Tribunal Penal Internacional,
del que hacen parte 125 de 193 estados que integran la Organización de
Naciones Unidas, así sea que Estados Unidos no sea país signatario del tratado
fundante de dicha entidad internacional.
Es decir, el ruido de los medios de
comunicación tradicional a escala global o las referencias constantes de los diplomáticos
de Washington sobre que Estados Unidos es la democracia ejemplar y que
ello le da la prerrogativa para arbitrar las relaciones internacionales, recuerdan
uno más de tantos cuestionamientos para que ello sea cierto.
Ahora bien, en esto no hay que eludir las
restricciones a la democracia que persisten en el mundo, debido a que la
denominada “comunidad internacional” en referencia a la ONU está ciertamente determinada
en sus decisiones por el Consejo de Seguridad, y para ser más estrictos por 5
grandes potencias militares(Estados Unidos, Reino Unido, China, Francia y Rusia)
definidas como las vencedoras de la Segunda Guerra Mundial, entre otros, a su
vez, potencias nucleares, quienes tienen poder de veto a las decisiones de la
Asamblea General de la ONU que como ya se ha mencionado está conformada por 193
estados.
Como decir, que hay democracia en función del
poder militar, es la realidad de todos los tiempos, pero un factor que se
explica por la preeminencia de economías capitalistas, que demandan expansiones
geoeconómicas continuadas pero lo que frente a la realidad del cenit de los recursos
naturales a escala global, es decir, el reconocimiento de los límites
planetarios, lo que se extiende a la capacidad del globo para asimilar la
contaminación antropogénica en diversas materias entre ellas de la atmósfera,
que deriva en cambio del clima y destrucción de economías en el mundo, debería
ser la consideración para plantear referentes económicos que contengan el capitalismo
empresarial y permita la protección de la casa de casas, el planeta
tierra.
En algotra columna se sustentaba porque el Tribunal
Penal Internacional ha sido una entidad de carácter político determinada en esencia
por Estados Unidos, algo que se profundizó en la era unipolar, una
contaminación a su acción judicial como Corte para todo ciudadano en el mundo
ligado a violaciones a los derechos humanos al nivel del genocidio, crímenes de
lesa humanidad, crímenes de guerra y crímenes de agresión, y que particularmente
por el tipo de procesados evidentemente se enfocaba al encauzamiento de
crímenes sucedidos “solo en África”.
El parte olas se presenta desde la guerra en
Ucrania, donde el Tribunal libra orden de detención contra el presidente de Rusia
Vladimir Putin, pero para “no llegar quedando” o en evidencia de su parcialidad,
a la postre libró la orden de detención contra Benjamín Netanyahu y se ha reconocido
que existen folios de investigación sobre individuos de nacionalidad
estadounidense.
Hasta el procesamiento de Putin (Rusia no hace
parte de la jurisdicción del TPI pero que se vincula por hechos con carácter internacional
o llevados a cabo en un tercer país al margen de Rusia), todo iba bien, pero
colocar las manos sobre Israel y potencialmente sobre Estados Unidos, estos dos
últimos que tampoco son signatarios del Tribunal pero que la Corte entra a
procesar sus nacionales por similar motivación a la usada para procesar a Putin
ha llenado la copa de Washington.
Trump ha hecho pasear a Netanyahu por “los
resort” de Estados Unidos mientras no solo no es capturado, si no protegido por
el FBI y la CIA.
La cereza del pastel es, en presencia de Netanyahu, Trump ha firmado una
orden ejecutiva en donde se menciona que EEUU
impondrá “consecuencias tangibles y significativas” a los responsables de las
“transgresiones” de la CPI, en acciones que puede incluir el bloqueo de propiedades
y activos, y no permitir la entrada a territorio estadounidense de funcionarios
de la corte, así como empleados y familiares, retando la declaración de 79 países entre los que se incluyen
Canadá, Alemania y Francia, respecto de que la persecución a los magistrados de
la Corte socava el derecho internacional.
Cabe
recordar que Biden había dicho en su momento “que las órdenes de arresto
contra Netanyahu eran una abominación”. Por su parte, el asesor de
seguridad nacional de Trump Mike Waltz, ha acusado a la corte de tener
un sesgo antisemita.
Por su
parte, las nuevas decisiones de la CPI pone en evidencia la larga mano de Washington
respecto de los países que han hecho pública la decisión de detener a Netanyahu
si pisa su jurisdicción, entre ellos Colombia, haciéndose expresa una ley del
año 2002 que autoriza al Pentágono “a liberar” a cualquier estadounidense o
aliado de Estados Unidos que haya sido detenido por la Corte.
Se entiende porque Estados Unidos ha dado el
paso de limitar las extradiciones de ciudadanos de terceros países a su territorio
porque su meta ahora es concentrarse en evitar que sus ciudadanos, entre los
que se pueden incluir altos dignatarios, presidentes, congresistas o
funcionarios puedan ser encauzados por la Corte Penal Internacional en su versión multipolar.
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