Hace muy poco hablar de que las
ONGs, movimientos sociales, instituciones educativas privadas y medios de
comunicación tradicional-pr4nsa, R4dio y tv-,
y de entidades "públicas'" (caso de Migración Colombia, la
JEP, y otras tantas entidades en el caso de Colombia), lo que se presenta país a
país del mundo, recibían financiamiento de Estados Unidos, y lo que deriva de
ello, convertirse en formas del "poder blando" (soft power) e
injerencia internacional de Washington era una herejía.
Como se sabe, las instituciones
de Naciones Unidas a más de USAID, también financiadas por Washington aplicaban
una acción redundante y a fin con la religión cultural y política de la era de
la hegemonía de Estados Unidos.
El atoramiento de la máquina de
impresión de billetes en la Reserva Federal con la crisis del sistema dólar ha
llevado a que el trumpismo devele la "larga mano de Washington" en el
mundo.
Por su puesto, Wall Street
redefine su rol en el mundo y ahora reconoce que estas políticas de poco han
servido para evitar el deslave industrial y religioso o cultural de Estados
Unidos, por lo que denostan y ponen en cuestión todo lo que hacían sus agencias
de "cooperación" !nternacional, las que ahora en el periodo de
"ajustarse el cinturón" quedan en la irrelevancia.
Eso sí, la proyección ideológica donde
Washington coloca todas sus apuestas está concentrada en el influjo de la
internet, las redes sociales, la Inteligencia Artificial, más bien formas para
la incidencia social y psicológica, porque poco les sirve terminar por promover el
comercio o el consumo de productos procedentes finalmente de China.
Será la hora en que las
sociedades por sí mismas y de manera independiente rediscutan su rol, el de la
cultura, la educación, la economía, desarrollo soberano, en general, su lugar en el mundo.
Las élites a su vez, también han
quedado huérfanas de su Norte ideológico, político y económico. Ahora es el
mismo Washington quien se propone devastar la Organización de Naciones
Unidas, lo que no parece gran problema si se piensa en sus mecanismos de
injerencia, sin embargo, si lo es considerando que lo que busca ahora Wall
Street es promover el desconocimiento de los tratados y acuerdos entre países,
muchos de los cuales representan acuerdos de paz, limítrofes y comerciales, por
lo que EEUU está promoviendo que los países choquen unos contra otros, se hundan en conflictos armados, crisis sociales y políticas afín con el deseo de entrar por la
puerta trasera y pescar en río revuelto.
Estados Unidos no tiene con que relevar comercialmente o tecnológicamente el sistema mundo actual que haga pensar en respuestas pacíficas. Es la era del corsario, donde la ventaja económica de otras potencias es subvertida a través del complot, el pillaje y la acción armada.
Es el fin de la era del
mercantilismo estadounidense y la transición a una nueva escena política
internacional: EEUU se resiste a ver caer su hegemonía, pero lo que ya parece
quimera.
De seguro habrá muchas más Gazas,
por lo que las sociedades deben comprender en qué momento histórico les
corresponde vivir.
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