2024/09/20

Si la revolución tecnológica de la internet facilitó la creación de un nuevo espacio geoeconómico con empresas lucrativas a nivel global, la recreación del mundo financiero a través de las compañ+ias que se aglutinan en el Nasdaq y más tarde, la adopción generalizada de una antigua tecnología explotación de petróleo y gas, abandonada por su baja rentabilidad y los altos costos ambientales permitieron a EEUU domeñar la inflación, hoy estamos ante la doble crisis de la necesidad internacional de crudo con valores competitivos por parte de EEUU y finalmente la crisis del Nasdaq, esto debido a que el coloso militar del norte perdió la competitividad tecnológica que le sustentaba y que progresivamente está siendo consolidada por China.

Es el cierre de un ciclo de un cuarto de siglo que culmina con la globalización, pero que en paralelo lastró a los Estados Unidos conduciéndolo a ceder su escenario fabril, debido a la deslocalización industrial con la que Wall Street timoneó la crisis de tasa de ganancia y de sobreproducción, un proceso propio de la naturaleza del capitalismo, con efectos visibles en lo que va del siglo en curso.

La dificultad para Estados Unidos se vuelve más compleja cuando la expectativa de extender la pirámide financiera con la revolución de la movilidad eléctrica, los autos autónomos o la inteligencia artificial, con perspectivas de nuevas expansiones geoeconómicas, como se ha mencionado, son temas en los que ya toma ventaja Oriente, en particular, Beijing.

La situación tampoco sonríe en la esfera de la guerra si se piensa en como evoluciona la situación en torno a Ucrania, el comportamiento de la Unión Europea sometida a tendencias centrípetas o que empujan su disolución como respuesta a los condicionamientos y presiones trasatlánticas, o el mismo Oriente Medio.

Sobra decir, que la crisis de los frentenacionalismos o la denominada democracia liberal en Occidente tiene que ver con lo mencionado.

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