2024/09/19

La multipolaridad, como se ha mencionado en otros post, esta colocando en crisis el modelo estadounidense de las emisiones de dólares con las que Washington se sobregiraba de manera indefinida, mientras las presiones inflacionarias o la crisis financiera era exportada al resto del mundo, sin embargo, el alejamiento paulatino de la divisa verde por parte de otras potencias emergentes ha retrotraído las pesadillas macroecómicas y los efectos de las mismas al coloso estadounidense.

Muchos discuten que este proceso dará el tiempo suficiente a Estados Unidos para plantear estrategias de contención del abandono del dólar u otras, relacionadas con recuperar el escenario industrial perdido a manos de China, que permita dinamizar la socavada estructura productiva del país con que predominar como en el pasado a nivel global y así apalancar nuevas olas de emisiones.

Es lo que se discute en la trastienda de la Casa Blanca,  en Wall Street, donde ven como un certamen más las elecciones presidenciales, por que es la economía lo que orientará el quehacer de la Oficina Oval, independiente de quien sea su nuevo ocupante.

Claro, para devolverse en el tiempo, Estados Unidos tiene que enfrentar el proceso de consolidación de los BRICS(+) que ya acumula visiblemente poco más de dos décadas, que ha redefinido el mundo de la producción y del desarrollo tecnológico, y que explica porque la guerra, “el último argumento del rey” tiene irrupción en la escena Ucrania. Se discute, sobre el tiempo que acumula este proceso, pero lo que si es observable es la detonación en el año 2014.  

Lo que si resulta cierto es que las cuentas no dan, si se piensa en las propuestas de los candidatos demócrata como republicano. Harris, cada vez se acerca a la iniciativa de Trump de la reducción de impuestos a grandes empresarios como fórmula para dinamizar la economía, algo que como se sabe solo hará concentrar la riqueza aún más en la parte alta de la pirámide de Wall Street, mientras continúan con la intermediación de productos “made in china”.

Por su parte, Trump habla de recortes en el gasto federal, que aunque no lo exhibe suficientemente irá contra la inversión social. Promete a su vez, incrementar los aranceles para productos importados, pero eso no hará si no empujar la inflación en EEUU y solo representa blandir una espada con poco filo.

Nadie expresa colocarse una meta en cuanto al límite de la deuda estadounidense que cada año es revisada al alza y eso habla de la confianza que se tiene en la máquina de impresión de divisas, más que en la recuperación industrial, y más bien infiere el cálculo en lo que pueda hacer otra máquina, es decir, la de la guerra.

También se ve ausente una visión realista basada en la historia de las hegemonías, y es que estas llegan a su declive, lo que evitaría avanzar en el terreno oscuro de la hibridación de la guerra ya en marcha. 

Pensar en lo que ya sucede en el Líbano, con la explosión de aparatos electrónicos que tengan soporte en baterías de litio, una puerta tan creativa como el uso de aviones comerciales como misiles en el 11 de septiembre, empero tan demencial que recuerda la cercanía de la frontera del uso del arma nuclear.

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