El debate presidencial de los Estados Unidos ha
corroborado con sutileza los grandes problemas a los que se enfrenta el coloso militar
del norte.
El expresidente Trump ha abierto el debate
sobre los países que abandonen el dólar como referencia del comercio
internacional colocando sobre la mesa de que en un potencial gobierno suyo,
incrementaría aranceles en un “ciento por ciento” a quién así lo hiciese.
Este mismo exmandatario es quien en su gobierno impuso a las potencias europeas el pago del 2% a la Otan con la amenaza de que
EEUU no defendería un Estado de la entidad militar trasatlántica, si no lo hiciese.
Todo esto va en la misma dirección de las “sanciones”
a quien se aleje del uso del dólar y es el reconocimiento de facto de que las
emisiones de dólares han adquirido sus propios límites macroeconómicos en la
era de la poshegemonía occidental.
No termina allí.
El debate por el suministro del petróleo
también está entre ojos, por su puesto, y como en el juego de cartas no se
desea que se conozcan las debilidades estratégicas, como lo es el tema del uso del dólar en las transacciones internacionales de algún
país, algo que ya parece inevitable si se piensa en los BRICS(+).
Respecto del suministro de petróleo, ha aparecido el tema del oleoducto Keystone, que comunicaría el petróleo originado en la explotación de las arenas bituminosas de Canadá y que se convertiría en la columna vertebral del suministro de crudo a la Unión Americana, llevando petróleo a diferentes regiones del país con un Hub en las refinerías en Houston, Texas, saliendo al paso a las importaciones de derivados craqueados en Ontario y Quebec, lo que convierte una estrategia transitoria del petróleo no convencional en un trago obligado para un futuro indeterminado, que impacta la posibilidad de redención industrial estadounidense, por los altos precios que involucra dicha producción, y ante las circunstancias internacionales.
Lo cráteres lunares de la explotación petrolera de Alberta, Canadá, en registros de la National Geographic se ven desde el espacio exterior y sintetiza el circulo vicioso que subsume a EEUU respecto del petróleo crudo, que se liberó de Oriente Medio y ahora quedó dependiendo de lo que suceda al norte del largo paralelo 49 en Canadá.
En el reciente debate Harris-Trump, la primera
sorprendió al auditorio cuando reveló su disposición a facilitar el fin de la
construcción del oleducto Keystone, dejando de lado los cuestionamientos y
vetos que mandatarios como Obama o el mismo Biden habían hecho al proyecto.
Más vale pájaro en mano que cien volando, se diría,
pensando en que pueda ocurrir con Israel en Oriente Medio, Venezuela o Rusia.
No olvidar, los tres principales países en
consumo de petróleo en el mundo, son, de mayor a menor, Estados Unidos, China e
India.
Lo cierto es que las campañas de demócratas y
republicanos se acercan en sus agendas políticas mientras que el fuego pirotécnico
de los mass media estadounidenses, eso sí, en los que predominan los demócratas,
hacen su trabajo. Lo que incluye las
noticias falsas, por su puesto.
El vicario de Roma, el papa Francisco reseña que
hay que optar por el mal menor en esta contienda, pero... ¿Quién es el mal
menor?
La respuesta más bien está en los propios países
que tienen que enfocarse en establecer recursos vitales para la economía local, el desarrollo productivo así como valorar la constitución de alianzas regionales que constituyan
su propia protección.
