Trump de hecho, en el único debate con Biden, lo trató de “palestino” porque el partido demócrata promueve la entrega de armas a Israel mientras, por momentos, en medio del temor al castigo electoral por parte de los jóvenes universitarios y sectores de clase media, cuestiona el uso de las armas en lo que denomina "excesos" en medio del llamado a la "proporcionalidad".
EEUU se retiró de la guerra de Vietnam (1955-1975), tras 20 años de conflicto, llevado a cabo bajo el lema de la contención al comunismo, pero en el fondo un mensaje a los países en el mundo que encaraban procesos de descolonización ante el debilitamiento de las metrópolis europeas y del mismo Estados Unidos luego de la Segunda Guerra; Afganistán donde Estados Unidos resistió de nuevo más de 20 años, luego de la invasión de esta región en 2001, basado en la idea, aún no suficientemente clara de la autoría de los ataques a las torres gemelas en Nueva York, pero con lo que se desviaron los problemas estructurales en la política y economía doméstica estadounidense.
Y son finalmente los móviles ocultos de las guerras lo que explica la persistencia en el apoyo estadounidense al genocidio en Oriente Medio. Son temas estructurales. Así como estratégico era contener los procesos de descolonización en la segunda mitad del siglo XX o lograr reunificar la política doméstica de EEUU a comienzos de siglo XXI, con Afganistán, hoy tanto lo es lo que representa el aceite que mueve el mundo, el petróleo, que claro también pasa por la recolonización y la búsqueda de unificar la Unión Americana en torno a la guerra exterior.
Wall Street considera que la guerra exterior sigue siendo una forma de contener las fuerzas centrífugas de la política doméstica estadounidense, y sí que se ve por el recibimiento que hizo el Congreso de EEUU a Netanyahu hace poco. Por demás, cree en la posibilidad ya casi que perdida de que Israel someterá como en el pasado al mundo árabe con ayuda de occidente, y que ha extendido la vida del imperio por décadas debido al acceso a recursos petroleros de Oriente Medio, los acuerdos con los países petroleros del golfo, a excepción de Irán, y lo que soporto la estructuración del petrodólar, si se piensa en los efectos financieros en el marco global.
Ahora bien, es como aruñar un tablero. En el
pasado, la URSS centraba su futuro en el determinismo histórico de la
proletarización mundial más que en un pulso propiamente económico o político
internacional, lo que permitió que los cálculos de las élites políticas y económicas de EEUU fueran realizables. Es lo que ha cambiado.
Hoy estamos en una batalla intercapitalista que se desarrolla en escenarios no vistos en el pasado siglo, de hecho, con un polo en Oriente lanzado tecnológica, económica y militarmente.
El comportamiento de Elon Musk evidencia los nervios de punta que viven los magnates de Wall Street, que tiene que ver con la situación de las bolsas de valores occidentales.
El problema es en el que tanto se recaba. Las grandes batallas que han determinado el declive de otros imperios, no han comprometido la existencia de la humanidad como si lo es la realidad de una guerra nuclear. -El tema de la caída de la URSS es particular, en tanto desapareció no como consecuencia de una guerra, en términos convencionales y por tanto, no implicó la menor posibilidad del uso de armas nucleares en su momento-.
Por supuesto, de lo anterior se colige lo que se juega en la propia Venezuela.
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