2024/06/29

Tan irracional es considerar que todos los problemas económicos en el Viejo Continente o en Estados Unidos descansan en el extranjero o los migrantes, como en su momento lo fue en Colombia, suponer que aprobar un acuerdo de paz con las Farc en 2016, significaba deponer el Estado o que debían prevalecer asuntos morales, si se trataba que dicho acuerdo incluía el que algunos guerrilleros llegaran a ocupar una curul en el Congreso. 

 El “fin del mundo” que significaba para aquellos que se oponían al acuerdo de paz, que marcharon por decenas de miles y que por millones votaron en contra del mismo, tienen hoy el efecto de la irrelevancia de esta decisión en la vida política nacional. De hecho, pocos saben que existen 10 curules para las Farc en el Congreso de la República para el periodo 2018-2026.

A su vez, en este contexto, poco se habló del grueso del acuerdo, entre otros, que como se preveía iba a ser incumplido y por qué facilitaba la politización de la discusión, el lugar de la “sociedad” en lo pactado a nombre del Estado, lo que más bien debía ocultarse.

Ahora bien, en la previa de las elecciones en Francia, a llevarse a cabo el día de mañana, retumban eslóganes como “Inmigration=chomage” inmigración igual a desempleo; “Migrants =insecurite”, migrantes igual a inseguridad, entre muchos otros planteamientos altamente xenófobos, que buscan desviar la atención del verdadero origen de los problemas económicos y sociales de Europa, y que residen en fenómenos asociados al neoliberalismo, privatización de empresas y sectores antes gestionados por el Estado,  y que fungían como estructuras de regulación de la economía, que aportaban ingresos para el financiamiento de los recursos de inversión y gasto social, la subsecuente desindustrialización, un proceso que lleva décadas y que se presentó con el concurso del bipartidismo y élites, que prefirieron el menor esfuerzo en la obtención de ganancias facilitando la transformación económica de la producción, al sector servicios y especulación financiera, cediendo la iniciativa a países como China, que explica los crónicos déficits comerciales, el disparo de la deuda estatal, la cabalgante informalidad laboral y la disminución sostenida de la inversión y ayuda social.

Es una retahíla que parece repetirse en estas columnas, pero necesaria de recordar y un fenómeno que se presentó a lo largo del mundo en progresión de la denominada globalización,

Los efectos ya mencionados del vaciamiento del Estado, se ven agravados aún más con la guerra en Ucrania, que está desviando importantes recursos económicos de los países europeos para su rearme y el sostenimiento económico y militar del régimen de Kiev. La disrupción del comercio entre Rusia y la Unión Europea, ha conducido a una inflación excepcional en los precios de la energía, los alimentos y a un nuevo impulso del proceso de deslocalización industrial, y que explica por que el problema en Europa no son los migrantes si no la guerra y el neoliberalismo.

Contrario a Inglaterra, donde los partidos Conservador, Laborista o el UKIP, donde nadie discute el apoyo a la guerra de Ucrania, o en EEUU, donde a demócratas como republicanos, les sucede algo similar, como esperar algo de Trump que manipula una sociedad en contra de los migrantes y en lo que algo va, que dice que resolverá la guerra de Ucrania, en Francia, si existe una coalición política donde uno  de sus líderes, Jean Luc Melenchon,  de la France Insoumise, sostiene la necesidad de la salida del país galo de la Otan, y que se opone a dicha guerra, así tenga que abrirse paso entre otros sectores del Frente Popular, que relativizan esta postura.

Europa como Estados Unidos, se enfrentan a la realidad de la crisis sistémica de la hegemonía occidental, que obliga a un replanteo en las relaciones internacionales y a la derogación de la alternativa de la guerra como respuesta a este fenómeno. Debe enfrentar la reconstrucción del quehacer del Estado en el orden democrático, la recuperación del aparato productivo, con este de la recreación del mundo del empleo, las garantías laborales y sociales, incluso en la escena de una economía decreciente a fin a procesos económicos ligados a la descarbonización y a la mitigación del cambio climático. 

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