2024/06/23

En Europa Occidental, las pasadas elecciones a Parlamento Europeo colocaron sobre la mesa la realidad de una región que ha modificado las expectativas ciudadanas del reseteo que significa la pandemia del Covid 19 y, el impacto, más recientemente, de la guerra en Ucrania. Sin duda, en el caso del Reino Unido, el balance sobre el Brexit.

Agathe Cagé resume la situación de Francia, se diría que aplica al mundo, como tesis de su libro Classes Figées (Clases fijas, en español). Plantea una sociedad que se ha enterado de su imposibilidad de enfrentar los riesgos, incertidumbres y convergencia de crisis del mundo de hoy, lo que relaciona con la parálisis del ascensor social, por lo que atestiguan el fin de la esperanza en el quehacer personal, de la sociedad, del modelo político y estatal, por su puesto.

Cagé, sostiene, que los partidos políticos, en este caso de Europa, están hablando a una sociedad de amplias clases medias que ya no existe, se diría, han procurado más bien su evaporación.

De hecho, los partidos emergentes no hablan de la esperanza en cuanto a la perspectiva social, si no que recrean un discurso que desvía la culpa de todos los problemas hacia el extranjero: el frente nacionalismo exhausto señala a la extrema derecha como el peligro, mientras tras bambalinas es su propia estrategia de extenderse en el poder, que, en el caso actual, incluye sumergir la sociedad europea en la guerra de Ucrania o la defensa de Israel en el genocidio contra el pueblo palestino.

Son los casos de Francia, con elecciones adelantadas para fin de este mes, con la fuerza que toma la Agrupación Nacional por sus resultados en las más recientes elecciones al parlamento europeo o, ya en el poder, los Hermanos de Italia. En Reino Unido despunta como posible vencedor para las elecciones, también adelantadas, en julio próximo, después de una sequía en el poder por más de una década, el partido laborista con una agenda keynesiana, pero que no pone en cuestión la política internacional pasada sobre Ucrania, una escena semejante a la de Pedro Sánchez, en España, donde el apoyo a Kiev, no está en discusión.

La Alternativa para la Alemania(AFD), si es la excepción, en tanto un partido al margen del bipartidismo constituído por la Unión Cristiano Demócrata (CDU) y el Partido Social Demócrata Alemán (PSD), y que sustentan la guerra en Europa Oriental, se opone a la misma, mientras justifica la necesidad de una salida negociada. De hecho, el canciller Olaf Scholz, pese al revés electoral del PSD en las pasadas elecciones al parlamento de Europa, el mayor en la historia de este partido, ha eludido la decisión que tomó el presidente Macron de llamar a elecciones anticipadas y la disolución del parlamento.  A decir, en Galia, quieren consolidar la posición sobre la guerra con una coalición Macron-Le Pen, mientras en Berlín temen que una elección precipite lo opuesto.

Así como la élite alemana del Tercer Reich, optó por la guerra como salida al sometimiento a las potencias victoriosas de la Primera Guerra Mundial, la élite europea actual teme el deslave de la hegemonía estadounidense, que considera solo contenible mediante otra gran guerra, con la que evitar precipitar su posición económica y política respecto de las potencias emergentes de los BRICS Plus, un cálculo tan incierto como el que le sucedió a la misma Alemania de Hitler.

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