2024/05/27

El Tribunal Penal Internacional-TPI, contrario a la Corte Internacional de Justicia-CIJ, que nació ante la necesidad del juzgamiento por parte de las potencias victoriosas de la Segunda Guerra Mundial, la URSS, EEUU , Reino Unido y Francia para juzgar a Alemania y Japón, en la orilla del mundo bipolar,  la CPI se origina en el contexto de la unipolaridad en el año 1998,  concebida como complemento de la  CIJ q juzga Estados, procesando líderes políticos detrás de crímenes de guerra, de lesa humanidad y genocidio.

 Los contextos de como nacen estas entidades supra nacionales son importantes, porque establecen los alcances políticos de las mismas.

 La justicia, sin duda, no está al margen de ello y para muestra solo hay que ver la historia en torno a la antigua Yugoslavia, la intervención unilateral de la Otan, la balcanización del país y el juzgamiento de su presidente Milosevic en el contexto de la de la denominada "intervención humanitaria", un modus operandi que daría para que la Otan intervenga a su antojo cada país que existe en el mundo, lo que realmente oculta intereses geopolíticos y, en este caso, de Occidente.

 Y la justicia por más pro Occidental con la que se haya concebido, considerando el TPI, hoy tiene el mayor de sus retos para su existencia, debido a la crudeza y evidencia de lo que está sucediendo ahora mismo a la nación palestina.

 La presión internacional de cerca de la totalidad de los Estados que constituyen la Asamblea General de la ONU y las movilizaciones ciudadanas en el mundo, juegan un papel fundamental, y explica el paso que ha dado el británico y fiscal general del TPI, Karim Khan, al acusar al presidente Netanyahu de Israel, de diversos crímenes de guerra, proponiendo que se libre una orden de detención internacional.

 No es lo que resaltan los medios de comunicación tradicional en Occidente, es decir, la abrumadora mayoría de Estados que demandan la detención de las hostilidades por parte de Israel, si no la noticia del veto que regularmente impone EEUU, a las resoluciones que diversos países han auspiciado en este sentido.

 La respuesta de Estados Unidos es cuestionar la propuesta de la fiscalía al conjunto de jueces que decidirán sobre la causa, recordando públicamente que EEUU no es país signatario del TPI, es decir, que no acoge las decisiones del Tribunal y de hecho, lo que hace, para más señas, es invitar a Netanyahu a una visita a los Estados Unidos.

 Allí la policía no lo detendrá, como debería suceder en cualquier país que ha refrendado el tratado que da existencia al tribunal, si no que lo protegerá.

 Y tiene sentido, porque es Estados Unidos quien aporta la mayor parte de las armas y financiamiento a Israel en medio del genocidio.

 Queda pues la pregunta de quién juzgará a EEUU en esta situación, y la respuesta está en lo que le sucedió a la Alemania del Tercer Reich, luego de su derrota.

 Un tribunal Internacional se hace y deshace con el lapicero de las potencias vencedoras, el problema es el tantas veces citado, y es que la guerra a gran escala que ya se libra, puede progresar en dirección de una conflagraci9n atómica, y ya se sabe lo que eso significa.

 Ahora bien, no puede olvidarse la capacidad de "persuasión" y "coerción" que EEUU puede aplicar al TPI, para torcer la decisión, pero como se ha mencionado, dejaría en suma cuestión la labor de la justicia internacional, y lanzaría al aire la posibilidad de que el tribunal juegue un papel mediador entre potencias, y de nuevo nos encontraríamos de frente, con la realidad del párrafo anterior.

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