La crisis financiera que tuvo
como epicentro Estados Unidos, en el año 2007, terminó por impactar el comportamiento de la economía
global, lo que redundo en la contracción
que experimentó el crecimiento económico
mundial que pasó de 5,7% en el año inicio de la crisis a -0,1%
durante el año 2009.
En medio de dicha crisis se
desataron movimientos sociales en diversos lugares del mundo, entre los que
sobresalen el movimiento 15-M en España, conocido también como los indignados, y el movimiento Occupy Wall
Street, que trascendió a movilizaciones en más de 36 países del planeta y que hicieron
evidente la pérdida de credibilidad pública en las instituciones estatales y
partidos políticos tradicionales.
Esta realidad conjuga factores importantes que explican la
emergencia de sectores hasta ahora
relegados al interior de los partidos políticos, así como la recreación de
movimientos políticos al margen de los mismos,
tanto de derechas como de izquierdas-cada quién con una agenda
diferenciada-, y que colocan en cuestión elementos propios del capitalismo de fin del siglo XX.
Este fenómeno explica el ascenso
de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, el Brexit, la emergencia
del movimiento Podemos en España y Syriza en Grecia, así como el auge de movimientos políticos que
controvierten la existencia de la Unión Europea en el Viejo Continente, en
países como Holanda, Francia, Italia o Alemania.