2024/04/12

La desaparición de la URSS a fines del siglo XX eliminó, el piso  ideológico con el que EEUU y Occidente, sustentaba su actividad injerencista y militar en el mundo. 

Despúes de 1991, año de la disolución pacífica de la URSS, el leitmotiv que Occidente usó como argumento para imponer el miedo a las sociedades al socialismo, debido en teoría a que los "comunistas comían niños", "eran ateos", que iban a quitar de las manos todo cuanto tuviere una familia, lo que se vendía como la interpretación del control estatal de los puestos de mando de la economía nacional, vendría en declive, mientras la nueva Rusia se integraba al club de países capitalistas que sustentaban el orden Occidental.

El socialismo hizo su aparición en la historia de la humanidad en 1917, oponiéndose a las guerras imperiales entre las potencias europeas, lo que permitió que el ejército zarista ruso abdicara a la primera guerra mundial, finalmente se desatara la revolución bolchevique, sobreviniera el hálito reformador del estado monárquico, surgiera la república rusa, el modelo de democracia representativa emanada de la constitución del parlamento, o de otra forma, el Soviet Supremo, de donde sale la definición del Estado, es decir, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas-URSS, y que proyectó el desarrollo industrial y tecnológico, que mediante el capitalismo de Estado derivó en los excepcionales logros que obtuvo esta región.

La Segunda Guerra, de nuevo puso a prueba ya la Rusia socialista, teniendo que enfrentar el deslave de una nueva guerra imperial, iniciada por la Alemania del Tercer Reich, que tenía como deriva apropiarse, como tantas veces en la historia, de las riquezas y territorios rusos. Rusia salió victoriosa, y su proyecto político adquirió un nuevo nivel conocidos los acuerdos con los países aliados y la conformación de las esferas de influencia tanto occidentales como de la propia rusia. Se conformó la Europa Occidental bajo influencia estadounidense, mientras la Europa Oriental estaba bajo el paraguas de la Unión Soviética.

Esta situación hizo pensar que buena parte de los países del mundo, seguirían la ruta exitosa de Moscú, soportada en la bandera de la paz, mientras Occidente seguía sin encontrar soluciones a los ciclos de crisis del sistema capitalista, que tienen que ver con las crisis de sobreproducción, tasa de ganancias y en síntesis la obligatoriedad de la supervivencia mediante la expansión geoeconómica e imperial.

Sin embargo, la perspectiva de leer la historia económica soportada en el  determinismo marxista, de que sería ineludible una revolución proletaria a la sazón de la dependencia de la mano de obra o la fuerza de trabajo por parte del capitalismo, y que luego los trabajadores tendrían el sartén por el mango, dejó a la saga la realidad de los efectos de las transformaciones que en el mundo del trabajo efectúan las revoluciones científicas y tecnológicas, los cada vez mayores avances en la automatización industrial, por lo que al no presentarse lo previsto y pasadas décadas de espera,  sobrevino el escepticismo político, la corrupción y la transformación subterránea de las prácticas y visiones socialistas por perspectivas economicistas de acumulación de riqueza y constitución de un Politburó, de élites, mientras las luces de neón alumbraban de manera destellante, los logros del capitalismo Occidental, donde se imponía un modelo de alta productividad industrial, mientas se sustituía intensivamente la labor humana(lo que hoy mismo moviliza la Inteligencia Artificial, que en cifras, eliminará el 40% de los trabajos existentes), y la desplazaba al mundo de los servicios , lo que en paralelo tuvo significación en la universalización del  trabajo autónomo, es decir, el artificio donde "el trabajador es su propio jefe", asume sus propias prestaciones sociales, mientras hace la labor comercial y presta servicios de las grandes empresas.

Algunos teóricos que hace rato hablan del fin del trabajo y del utopismo capitalista, que conduciría a que las sociedades obtuvieren mayores salarios, tiempo libre y en general derechos ciudadanos, se han encontrado con el muro de la informalización laboral generalizada, e incluso la desaparición de los derechos sociales del proceso neokeynesiano que ha cruzado los países capitalistas, en el pasado.  -Sin más, las reducciones de la semana laboral, que se presentan ya casi al final del primer cuarto de siglo XXI, concurren en una reducción del salario, y ya se sabe lo que eso significa-.

De hecho, el capitalismo occidental ha optado por la deriva de las guerras contra el terrorismo a comienzos del siglo XXI, luego del ataque a las torres gemelas de 2001, lo que dio cobertura a las guerras en Oriente Medio, considerar Iraq, Afganistán, Siria, en el Norte de África, Libia, por ejemplo, o las revoluciones de terciopelo, naranja o primavera árabe, como fórmula para desviar la atención política y social, de su descrédito y cimentar la intensificación de capital.

 Ahora bien, Occidente continúa buscando un amparo político que le permita una nueva proyección ideológica, considerando el tema del “oso ruso” que pretende ampliarse militarmente a Europa, una invocación criptográfica a la guerra entre Occidente contra Rusia y China, ante el auge de los BRICS, pero que no logra obtener la tracción necesaria, si se piensa en el rechazo generalizado de los países del sur global, de participar en la misma.

Esta realidad ha terminado por fondear crisis domésticas en los países, que dejan en entredicho los gobiernos perpetuos de carácter frentenacionalista,  y explican, a su vez, el lanzamiento al vacío del orden democrático, como lo que sucede con Milei, respecto del apoyo a Israel, expresando que el régimen de Tel Aviv, no ha cometido "un solo exceso" en medio del genocidio al que se somete diariamente a la nación palestina, o el involucramiento de Buenos Aires en la guerra de Ucrania al margen de las consideraciones, que pueda realizar la población argentina; la invasión a la embajada de Mexico en Quito, por parte del gobierno Novoa, o la formalización de las expulsiones exprés de migrantes, que se aplican en EEUU y más recientemente en Europa Occidental, con la aprobado precisamente el día de anteayer, el Nuevo Plan de Migración, todos fen9menos que controvierten el derecho internacional y los soportes más elementales del relacionamiento pacífico entre las naciones, que se extiende a una profunda erosión del derecho de ciudadanía, que posee cualquier ser humano que habita en el planeta, consagrado, de nuevo, en tratados internacionales.

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