2024/04/10

El capitalismo se soporta en esencia en la producción y comercio de bienes y servicios, y en particular, el agregado económico que se obtiene del diferencial entre lo que cuesta producir y el monto liquidado al ser vendido un producto, o comercializado un servicio.

Mientras más se vende, más es el rédito obtenido, y para estimular el consumo se requiere de desarrollo tecnológico para la creación y actualización de productos, la obsolescencia programada, por ejemplo, o la ampliación de mercados, mediante la liberación económica, como se conoció durante la expansión capitalista que sobrevino a la Segunda Guerra Mundial, en el tándem keynesianismo, neoliberalismo y globalización, gestionado por las potencias occidentales, y en particular, los Estados Unidos, donde el capitalismo allegó su pico de expansión geoeconómica si se piensa en los mercados más importantes del planeta.

 Pensar por ejemplo en a bipolaridad, donde una amplia región del mundo considerando a la Unión Soviética, los países de la Cortina de Hierro, Europa Oriental, lo que incluía la Alemania Democrática y China, que estaban al margen del capitalismo gestionado por EEUU, y que soportaban su propio capitalismo de Estado uno, entorno a Moscú y otro girando alrededor de Beijing.

Ahora bien, el comercio y el financiamiento internacional de las mercancías a escala global, se realiza de manera cada vez más intensa en dólares, hasta ser predominante en la era de la globalización, la monetarización fáctica de todo lo que se produce y comercia en el orbe, sin embargo, en el año 2020, fue ya inevitable reconocer como China se había impuesto a los determinantes de la economía respecto de la producción y comercio mundial, mientras Estados Unidos, quedó como proveedor de la moneda de referencia internacional, el dólar, una dislocación sistémica que había progresado durante los años ochentas del pasado siglo, con mayor empuje  en las dos más recientes décadas.

 Este fenómeno es el que explica las peticiones que la jefe del Tesoro de Estados Unidos, Janeth Yellen, de visita en China, en donde redefine el rol del gigante asiático respecto de sus potencialidades económicas ya mencionadas. Como decir, que se solicita que se deje de producir y comercializar por mandato estadounidense y que China ceda sus logros a Washington, permitiendo que los norteamericanos tengan opción de recrear su parque industrial, tecnológico y financiero.

Ahora, la “solicitud”, tiene de largo como de ancho, apenas evidente. Y es que Yellen, ya ha designando los logros chinos, como “una amenaza internacional”, y hace pensar que el cinturón militar que Estados Unidos impone a Beijing en el Mar Meridional de China, Taiwán, entre otros,  y los entornos de las rutas de la seda continental, en Asia Central y Sudeste Asiático, considerando la situación de Birmania, ahora mismo, o el intento de la crispación de las relaciones entre India y China, presumiblemente adquirirán nueva actividad.

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