Según la Secretaria del Tesoro de
Estados Unidos, Janeth Yellen, en una visita, excepcional, por lo prolongada, 6
días, a China, la "sobrecapacidad productiva" de este país podría ser
una "amenaza mundial".
Y hay que tomar cada una de estas
afirmaciones con pinzas.
Yellen explica el éxito
productivo y tecnológico chino, como efecto de las subvenciones del gobierno de
Beijing, desconociendo realidades como la planeación estatal, una sociedad con
altos estándares educativos y de salud, lo que redunda en una producción más
económica y el brillo en los desarrollos tecnológicos, que hoy colocan el
Imperio del Centro, en la cumbre del mundo en muchos aspectos.
Solo ver los resultados obtenidos por el país asiático en las más recientes revoluciones tecnológicas, relativas a la electro movilidad, energía solar o el desarrollo de la 5G, por nombrar resultados que recogen los medios.
La jefa del tesoro estadounidense "desea" en el fondo que China, deje de lado sus potencialidades económicas y permita que industrias estadounidenses, ya rezagadas, tengan un respiro y puedan sobrevivir a la competencia abrumadora que impone Beijing, la antítesis de la globalización y una de las bases del sistema capitalista en vigor.
Es decir, que las empresas de electro movilidad chinas, que son muchas, entre ellas, BYD, le de un respiro a la renqueante Tesla, algo que entre otros, evidencia los pocos resultados de la "Ley de la Reducción de la Inflación", puesta en marcha por Estados Unidos, para subvencionar la producción nacional de automóviles eléctricos, léase Tesla y Ford, una bolsa que asciende a 750 mil millones de dólares y aprobada por el Congreso de EEUU en 2022.
Dicho esto, vale la pena detenerse en eso de que la capacidad productiva china es “una amenaza mundial". Y ya se sabe a que va todo ello, y recuerda que, si bien EEUU es una potencia económica en declive, tiene un poder militar inconmensurable, el 40% de su gasto en "defensa" equivale al realizado por la totalidad de los países del mundo, lo que, en 2022, representa curiosamente el valor invertido en Ley para el Control de la Inflación, como para comprender las proporciones del interés que está de por medio.
Ya se ha repetido en múltiples ocasiones, pero es necesario volverlo a recordar. Y es que el ascenso y declive de las grandes potencias en la historia, es un fenómeno que se presenta cíclicamente, que pasa por la caída de la competitividad económica y luego abreva en la lucha militar, donde los resultados de la guerra fungen como organizadores de los escenarios políticos globales. Y allí, es donde está la excepcionalidad, porque la solución a la actual situación aboca una guerra nuclear, donde no está en juego un relevo político internacional, si no, la propia supervivencia humana.
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