2024/02/17

La Conferencia de Seguridad de Munich, del año 2007, ya en medio de la turbulencia que derivó en la crisis financiera mundial, contó con la presencia del presidente de Rusia, Vladimir Putin, quien en su discurso, definido ciertamente como profético, hizo hincapié sobre los peligros que representaba la expansión de la Otan en la dirección de las fronteras rusas, algo que por entonces no tuvo relevancia en las élites y gobernantes europeos y en Washington, debido a la percepción Occidental, sobre la debilidad de las capacidades militares y económicas que poseía Moscú.

Como se sabe, la crisis financiera de 2007, considerada la más severa desde 1930, derivó en una pérdida de dos trillones de dólares en el mercado mundial, y una crisis de la deuda soberana y de la banca a nivel global, con efectos en la actualidad, evidenciando la llegada de una nueva frontera geoeconómica a la monetarización del dólar estadounidense.

Quizás ello explique por qué, en el año 2008, el presidente George W. Bush de Estados Unidos, invitó formalmente a Ucrania a ingresar a la Organización del Tratado del Atlántico Norte-Otan, afirmando que Moscú no determina la actividad de la organización Atlantista, ni de Ucrania, descontando los reclamos del país eslavo.

En 2014, se presentó el Maidan, que fue una movilización social a fin a Occidente, en medio de las discusiones domésticas sobre cómo se realizaría un acuerdo entre Kiev y Bruselas, considerando el comercio que existía con Rusia, respecto del ingreso de Ucrania a la Unión Europea, que terminó en choques violentos, la muerte de 60 personas y el procesamiento por la Rada Suprema de Ucrania, del presidente constitucional Viktor Yanukovich. De esta forma, la Corte declaró “el abandono de sus funciones” y a la postre el llamamiento a nuevas elecciones. Moscú demando lo sucedido como un golpe de Estado y hoy, una década después, todos sabemos en que terminó esto.

La reunión de Munich en desarrollo, se da en el contexto de las discusiones en los medios, sobre el rearme europeo y la constitución de fuerzas nucleares disuasorias propias al margen de la Organización del Tratado del Atlántico Norte-Otan, a la sombra del poder atómico de Paris, luego de las declaraciones del  candidato republicano Donald Trump, actualmente con una alta probabilidad de retornar a la Casa Blanca, y que son leídas en el Viejo Continente, como el fin de la protección militar que Estados Unidos ha ofrecido a Europa Occidental, desde el final de la Segunda Guerra Mundial.

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