Pocos imaginaban que 2022 fuera el año del
choque militar entre Occidente y Rusia, como primer escalón de cara a la
confrontación de este con China.
Sin embargo, a las propuestas de Moscú sobre integración capitalista con Occidente tras el derrumbe soviético, lo que se extendió a iniciativas de asociación en la dirección de la constitución de un sistema de seguridad europeo que sobrepasara el marco de la guerra fría y facilitara la transición del Atlantismo que representaba la Otan, sobrevino algo diferente.
En este sentido, la realidad de la conformación del un sistema mundo capitalista global sin contradictor geopolítico y geconomómico que fraguó la hegemonía estadounidense y el ideal de su excepcionalidad, hizo descontar las propuestas rusas mientras por el contrario la Otan se extendía país a país en dirección a Moscú. De hecho, la Otan intervino militarmente Bosnia y Herzegovina (1992-2004) y a la postre balcanizó uno de los principales socios históricos de Rusia en 1999, Yugoslavia, año mismo en el que la organización atlántica absorbió República Checa, Hungría y Polonia.
La Otan a su vez, continuó su cabalgadura con intervenciones militares en el rimland soviético en Iraq (1990 y 2003) y Afganistán (desde 2001). En 2004, se extendió a Bulgaria, Eslovaquia, Rumania, Estonia, Letonia y Lituania, en rodeo evidente a Moscú.
Para quien descontaba los eventos comentados resultaba incompresible que Rusia decidiera enfrentar ya en sus goteras a Estados Unidos y sus aliados occidentales en Ucrania, empero la realidad es que el país eslavo se jugaba su propia existencia como Estado.
Ahora bien, paralelo al rechazo a una integración con un carácter democrático empero capitalista de Rusia en los campos económicos y de seguridad con Occidente, arrancó el propósito de Moscú en su autodefensa, gestionada por su élite y en cabeza visible del presidente Putin en un proyecto que visiblemente se puso en marcha a comienzos del siglo en curso, mal contados unos 25 años o un cuarto de siglo.
Lo que explica el resorte geopolítico de Washington y Occidente en su ideal de sobreponerse a Moscú es paradójicamente la perspectiva teórica del socialista y eslavo Vladimir Ilich Ulianov, Lenin, quien muy temprano, en 1917, cuando encabezó el estallido social que derivó en la caída de la monarquía zarista exhibió la ineludible evolución del capitalismo en imperialismo debido a la inherente enfermedad asociada a la tendencia( que no tiene confines) de la acumulación de riqueza de dicho sistema económico, como medio para salir al paso a las sistémicas crisis de tasa de acumulación y de ganancia.
Para crecer ilimitadamente no solo hay que recrear el espectro geoeconómico con sucesivas revoluciones tecnológicas y del consumo, si no con la profundización de la extracción de capital y eso incluye la perspectiva colonizadora. Considérese esto para el país más grande en extensión del mundo que es Rusia (posee once husos horarios). De hecho, el neoliberalismo o la Globalización no hacían más que esto en la forma de ampliar la extracción de capital de los trabajadores, ahora llamados autónomos, que comercian productos de grandes multinacionales o empresas domésticas sin ser reconocidos por estos como parte de su engranaje.
Como se mencionó en un inicio, primero había que derrotar y rematarse el territorio de Rusia para dejar servido el plato de China, la que en esta previsión sería pan comido y con lo que se conjuraba la emergencia multipolar, pero como se sabe esto no es lo que ha sucedido.
En este sentido, la guerra en Ucrania se ha convertido en una guerra de desgaste del tipo primera guerra mundial, donde las economías de las zonas en conflicto(Rusia y China simplemente han derogado el Swift Occidental mientras EEUU sucumbe y se sacude reaccionando con aranceles generalizados al mundo); la palanca demográfica (pensar en la alianza entre Corea del Norte y Rusia del lado oriental) y el desarrollo militar(considerar por ejemplo el Oreshnik o las armas hipersónicas rusas que no posee Occidente).
La arista de Medio Oriente, seria frotar la lampara que pone en colisión 100 millones de persas contra 7 millones de judíos que esperan ayuda de un Estados Unidos extenuado. Puede decirse lo mismo, si se piensa en las palancas demográficas, tecnológicas y militares de un potencial choque entre China y Estados Unidos con sus ya lánguidos aliados.
Lo de los ataques “con drones” de este fin de semana contra bombarderos nucleares en tierra de Rusia no resulta significativo. En los titulares de los diarios occidentales se habla del daño de 5 bombarderos nucleares de 500 emplazados en su territorio.
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