2025/06/15

Las guerras per se, se saldan en el terrero de la economía, es decir, quien tiene más ahorro disponible para invertir en el conflicto, de otra forma, como es posible eludir sanciones o maniobras comerciales que ahoguen la economía, y por su parte, ser más eficiente en el uso de los recursos fabriles para la producción interna que sustente las necesidades de consumo general como militar, impulsar el desarrollo tecnológico que le sustente, a lo que hay que sumar la palanca demográfica con la que asumir las pérdidas humanas en la guerra (lo que por norma se completa con acuerdos con otras naciones).

Basado en estas claves fue que Wall Street y sus think tanks entraron al terreno del conflicto en el tándem primero de Rusia, en proyección de China, esto debido a la ventaja productiva, comercial y tecnológica que representaba Beijing ya a comienzos del presente siglo, es decir, un cuarto de siglo mal contado. Por su puesto, Moscú era el primer objetivo porque la razón natural de la geopolítica orientaba un acuerdo defensivo Rusia-China como realmente sucedió.

Hoy Wall Street carga contra sus tanques de pensamiento asimiladas a sus universidades públicas y privadas en el mundo (incluye el financiamiento a ONGs a escala global), debido a que les hace responsables de la política que tiene significado en un revés excepcional que se mide por el precipicio de la hegemonía estadounidense (más que Occidental, Europa Occidental es simplemente un segundo en el vagón imperial).

En medio del deslave hegemónico sobrevienen medidas defensivas calculadas en el escenario. Por su puesto lo que está en el centro es la ruptura del Swift, la obligada contención de la impresión de dólares so pena de asimilar inflación en la metrópoli estadounidense.  Precisamente, este el factor que explica el choque abierto Musk-Trump (principales magnates de Wall Street quieren evitar a toda costa emisiones de dólares lo que rivaliza con la idea de Trump de recortar impuestos a los mega ricos,-es decir, al mismo Elon y compañ+ia-, y que hace parte del presupuesto federal en trámite en el Congreso de EEUU, pero que no hace sino reciclar el problema inflacionario).

Por  su puesto, se mantiene el recorte en inversión social(ese era el Doge de Musk), lo que tiene que ver con la expulsión y rechazo de migrantes en la concepción del desarrollo de una economía eminentemente dedicada al alto valor mientras el sector servicios será asimilado por herramientas tecnológicas y derivadas de la IA.

Ahora bien, también está en el escenario que los recortes del gasto público doméstico y la prosecución de los migrantes  en Estados Unidos empujará la rebelión social (considerar su alto peso demográfico, 46 millones). Precisamente este fenómeno, es visto como uno de los principales desafíos en la seguridad nacional estadounidense.

No puede olvidarse que en escenarios de guerra como el acontecido durante la segunda mayor conflagración global, Estados Unidos ha desatado la persecución contra migrantes( a japoneses u orientales los confinó en sus propios gulags en el desierto, lo que estaba fundado en la prevención de su potencial actividad sediciosa, claro, mientras recibía ya al final de la Segunda Guerra a científicos que huían del Tercer Reich a manteles y que preferían Washington a Moscú), lo que va transversalmente a la historia estadounidense si se piensa en el macartismo. 

Lo cierto es que en medio de los reveses siempre se encontrará unos responsables de los mismos, considerando el ataque de Trump a demócratas, sus medios de comunicación o sus políticas, pero la realidad es que es el revés en la guerra con Rusia, que puede extenderse a lo que sucede ahora mismo con la guerra Israel-Irán, lo que explica el desconcertante escenario estadounidense.

Si hubieren derrotado a Rusia simplemente estarían reeditando un nuevo tiraje de aquel libro de Samuel Huntington e importando a cantaros tinta de China para el estencil de la reserva federal.

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