Las élites europeas
y estadounidenses, como en el caso de la revolución francesa que derivo
en la revocación del poder a la monarquía, poseían un considerable repudio al estallido social de 1917 que significó el fin de la monarquía zarista en Rusia,
un temor que se acentuaba cuando las ideas socialistas se regaban como pólvora
por Asia Central y Europa Oriental y lo que facilitó que como un efecto dominó países
de estas regiones se confederaran en torno a lo que fuera la Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas. Era la marea roja.
De hecho, la élite Alemana se jugó a la invasión a Rusia(no por nada la operación se denominó Barba-Roja), como formula política para asegurar un pacto con Occidente que consolidara las posesiones logradas tras el dominio que mediante la guerra obtuvieron y que entregaba el control de Europa Occidental a Berlín, es decir, la expansión geoeconómica o imperial o la dictadura que impone el capitalismo para sobrellevar la carga de la inherente crisis de sobreproducción y tasa de ganancia que subtiende la naturaleza de este modelo económico.
Mientras Estados Unidos y Reino Unido se quedaron como observadores ante la avanzada de la Wehrmacht sobre Rusia en junio de 1941, solo los reveses del ejercito alemán en Stalingrado(agosto de 1942) y Kursk(agosto de 1943) donde ejércitos teutones enteros desaparecieron, lo que evidenciaba la destorcida de la guerra comenzaron los preparativos del desembarco de Normandía (junio de 1944), una de las operaciones más adversas que ha tenido la historia de las guerras, donde la contención del muro atlántico alemán, una barrera en concreto reforzado a lo largo de la costa del mar del Norte, dejó a estadounidenses y británicos en una batalla que se libró con soldados que se ahogaron sin siquiera poder salir de barcazas de desembarco, muertos en playas con exposición total a las ametralladoras instaladas en garitas del muro atlántico, las que en algunos casos se comunicaban de manera subterránea por tren.
Normandía no logró superar los avatares del primer intento de llegar a costas europeas del mar del Norte por parte de Occidente con sus ejércitos coloniales de áfrica, Asia, Oriente Medio e India de 1940 que terminó en otra masacre y la evacuación de Dunkerque de junio de este mismo año, donde un acuerdo con Alemania permitió el retorno en barco de 340 mil soldados a Inglaterra.
La cabeza de playa que muestran las películas de Hollywood ganadas en Normandía por los occidentales puede sin ambages llamarse un mito, pese a que la mayor parte de las tropas alemanas de esta zona ya habían sido trasladadas al frente oriental desde el inicio de la operación Barbarroja, lo que se agudizó ante el hundimiento del Tercer Reich en las batallas ya mencionadas que sobrevinieron a junio de 1941. Las pocas tropas que lograron sobrevivir terminaron en una guerra de desgaste en las Ardenas, otra sangría descomunal con unidades militares desperdigadas y sin soporte logístico.
De hecho, el avance de las tropas del Reino Unido y Estados Unidos y sus colonias en agosto de 1944 fue posible por el levantamiento en Paris y la acción partisana en campos y ciudades. Entre otros, correr a París por parte de los aliados occidentales fue la forma de conjurar un gobierno que de facto sacara las élites francesas del poder y que habían pactado con el Tercer Reich. Tampoco puede olvidarse que Charles De Gaulle evitó que Francia pasara a ser un principado del binomio Reino Unido-Estados Unidos, como estos pretendían(ninguna guerra se hace a gratuidad, si no recordar los 350 mill millones de dólares que ahora Trump reclama como pagos a Ucrania y que si se cobraran este país quedaría empeñado por siglos).
Ayer en la conmemoración de los 80 años de finalizada la segunda guerra en la Plaza Roja puede decirse que se celebra la victoria sinorusa del segundo tiempo de la conflagración entre potencias más importante del siglo XX terminada en 1945.
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