Han pasado 80 años desde finalizada la Segunda
Guerra, años en los cuales y a cuenta gotas se han desclasificado las
grabaciones sobre el Holocausto donde aparecen los titulares de “imágenes perturbadoras a los televidentes” y donde emergen rostros y cuerpos expuestos al hambre y la
sed en los campos de concentración de la Alemania del Tercer Reich y donde se retenían
opositores políticos y culturas no alemanas entre las que se cuenta la judía.
Los estadounidenses mostraban a los ciudadanos alemanes los campos de concentración con el fin de lograr sensibilizarlos sobre las atrocidades de lo que hacía el proyecto económico y político de las élites de los años cuarenta del pasado siglo, la denominada Alemania Nazi. (hay una imagen bien repetida del por entonces general de 5 soles Dwigth D. Eisenhower, quien a la postre fuera presidente de Estados Unidos en una escena de estas).
También exhibían los trabajos forzados a los que se exponía a ciudadanos de otras nacionalidades en las factorías de grandes compañ+ias, lo que significa laborar sin algún tipo de derecho asociado al trabajo, horas nocturnas o pago, más que una magra alimentación que garantizase músculos con que mantener la máquina económica y de guerra alemana. Cada vez son más las corporaciones que operan en la actualidad que reconocen su participación en esta cruda historia (49 compañías entre las que se cuentan Adidas, Bayer, Bosh, BMW, Commerzbank, Hugo Boss, Mercedes-Benz, Rheinmetall y Volkswagen a comienzos del mes en curso. Como se ha mencionado, para ahorrarse nombres, pues es la élite alemana).
El Holocausto también derivó en la creación del tribunal de Nuremberg donde se juzgó por estas atrocidades los mandos alemanes (poco sobre los directivos de las grandes corporaciones, como lo sucedido con la era paramilitar, ya en Colombia), y lo que habla de la parcialidad de lo que representa la matriz de lo que a la postre fuera la estructura de la “justicia internacional” contemporánea cuando se habla de crímenes de guerra, la que hace poco quedó de nuevo exhibida cuando el Tribunal Penal Internacional decidió de manera excepcional librar una orden de captura contra un aliado de Occidente, el presidente Netanyahu y EEUU inició una persecución contra sus miembros. Entre otros, como en el caso de otras rupturas sistémicas, los procesados terminaron en la horca.
Pues bueno, es lo que está sucediendo hoy cuando tenemos a ojos el campo de concentración de la premodernidad en la modernidad en Gaza, donde 2,4 millones de personas, hombres, mujeres y niños no solo están siendo doblegados por la inanición y la sed (Gaza-se diría, también Cisjordania- siempre ha sido caracterizada como la cárcel a cielo abierto más grande del mundo), sino bombardeados y muertos por armas producidas en Occidente. Algunos como Inglaterra comienzan a sacudirse ante el temor de lo que pueda ser un nuevo juicio de la historia.
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