A fines de esta semana el
presidente Donald Trump reiteró que el tiempo de nego-ciaciones con Mexico,
Canadá y China culmina y que impondrá aranceles del 25% a los dos primeros países
y un 10% a China, este 4 de marzo.
En contexto, Wall Street en cabeza del actual presidente Trump ha pateado la mesa del constructo globalizador y del que el propio Estados Unidos fue su gestor desde la Segunda Guerra Mundial y bajo lo cual realizó todo tipo de actividades, desde conspirativas hasta militares, contra gobiernos a lo largo y ancho del mundo, y en el entendido de la decisión de las élites estadounidenses de consolidar la hegemonía de Washington en el mundo, lo que tiene que ver con la imposición del dólar como moneda global y el control del comercio internacional a través del Swif, y lo que tuvo éxito debido esencialmente a que Estados Unidos era en su momento la factoría mundial incuestionable.
Por su puesto, y de lo que se ha hablado en múltiples ocasiones en estas columnas, EEUU ha dejado de ser la factoría global y ha perdido el control del comercio internacional debido a que han aparecido otros referentes monetarios diferentes al dólar como soporte de los intercambios entre países, en consecuencia, el declive de la operatividad del Swift, en un proceso que ya dura poco más de dos décadas, lo que ha tomado celeridad con la guerra de Ucrania.
Este peso inercial del comportamiento de la economía de 80 años es el que EEUU intenta abatir para reconstruir ladrillo a ladrillo, un escenario político y económico que le de existencia buscando relevar la realidad de quedarse con las manos en el stencil para pintar billetes verdes mientras China concentra la producción y el desarrollo tecnológico, y con lo que Beijing impulsa la emergencia de nuevas monedas de base comercial alrededor de los BRICS + y de otros países que se vinculan a este proceso.
Wall Street considera que hay todavía un tiempo de maniobra basado en que el dólar aún es transable y que la Unión Americana es a su vez un centro de consumo de bienes y servicios de consideración en el mundo, por lo que la fórmula reside en imponer aranceles a quien quiera participar del Market que ofrece Washington y así convertir la mayor desventaja de la era de la globalización que es poseer un déficit comercial en un activo con el que doblegar otros países.
Trump habla de que “ustedes nos necesitan más a nosotros, que nosotros a ustedes”.
Ahora bien, lo cierto es que lo que plantea Wall Street en boca de Trump puede doblegar a los países mayormente dependientes del comercio con Estados Unidos, en particular, Canadá y Mexico, pero incluso así, también puede abrir la deriva a la diversificación de los negocios internacionales de estos dos países con el resto del mundo, incluido por obvias razones, los BRICS +. De hecho, Estados Unidos tampoco está en condiciones de sustituir de facto las cadenas de producción y suministros de Mexico y Canadá, lo que significará tiempo y puede dar paso al proceso de deslocalización comercial con la Unión Americana.
Pero en esto hay que saber hilar. El día de ayer el Secretario del Tesoro de Estados Unidos, el multimillonario de Wall Street Scott Bessent, colocó sobre la mesa el que Canadá y Mexico no impongan simétricamente aranceles como respuesta a Washington(Trump ya ha dicho que está dispuesto a cíclicos incrementos de presentarse) como que eleven los aranceles a China, y a través de este mecanismo compensen las pérdidas.
Es simple. Lo que quiere Wall Street con la suba de aranceles a Mexico, Canadá o Europa, es que se unan a la idea de EEUU de crear un cordón sanitario comercial contra China.
La dificultad reside en que el proceso globalizador ha tardado décadas en cimentarse, hasta lograr un sistema de precios competitivo y que por los desarrollos de China, se convierte en el referente.
Estados Unidos ha quedado a la saga de todo ello, sería un propósito de largo plazo y conduciría a choques económicos de consideración en un proceso deslocalizador de este tipo con potenciales estallidos sociales en los países que se dobleguen a la estrategia de Washington, que en el caso de EEUU sería mitigado por poseer una moneda todavía transable, el dólar.
Ahora bien, la situación para EEUU se coloca difícil si los países, aún los fronterizos, optan por la transición en una deslocalización comercial, como se ha reiterado, entre ellos con los BRICS +.
Y allí es donde tiene sentido la orden ejecutiva con la que se eleva el carácter de los carteles de la droga como grupos terroristas(pensar en Mexico), o anexar a Canadá como Estado No 51, es decir, la fuerza.
La estrategia es la misma para Europa Occidental, es decir, obligar a romper con los BRICS +, no olvidar que allí está China y Rusia (3n el caso del país eslavo esto ya se logró en medio de las sanciones occidentales tras la guerra en Ucrania), y entregarse a la idea de que EEUU restablezca sus capacidades productivas lo que se basa en la una perspectiva vaga, al igual que el tiempo en años en que ello llegue a producirse.
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