2024/08/28

 

Sobrecapacidad y el mundo basado en reglas son conceptos que caracterizan la geopolítica estadounidense contemporánea.

Sobrecapacidad, para descalificar los logros en el desarrollo productivo y tecnológico chino con lo que el gigante asiático desplaza progresivamente el maltrecho eje de gravitación unipolar y, “el mundo basado en reglas”, para reescribir la política internacional o el sistema de relacionamiento entre países que se soporta en la Organización de Naciones Unidas, y que EEUU prefiere simplemente dictar, reservándose la interpretación sobre que debe o no hacer el mundo, un desvarío de una supremacía ya inexistente.

El muro que enfrenta los Estados Unidos también pasa por las inmensas cantidades de recursos financieros en dólares, que buscan algún refugio en el mundo.

El financierismo occidental está impactado por la demanda de ganancias que solo puede otorgar emprendimientos industriales que paradójicamente están concentrados en Oriente, la cosecha de una inercia planificadora de décadas y la optimización de las inversiones sociales realizadas por el Estado en educación, sector agroalimentario, saneamiento básico y en infraestructuras varias entre ellas, los sistemas de transporte y energía.

Es decir, las ganancias están en las inversiones que se realizan en China y el reporte de ingresos equivalentes en países en desarrollo o de la periferia siguen estando por debajo de esta expectativa, precisamente porque el neoliberalismo abatió la inversión que estructura el desarrollo de capital social.

Ahora bien, Estados Unidos y el sector financiero en Wall Street tienen como opción progresar en la dirección del conflicto armado, como lo menciona Jake Sullivan asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos en la visita que actualmente realiza a Beijing,  o por el contrario enfocar los esfuerzos en la idea más realista de estimular la disminución de la tasa de ganancia en los empréstitos occidentales al mundo en desarrollo, un pacto en el escenario de la recuperación de la producción tanto para Washington como para, por ejemplo, la misma América Latina.

Hay que partir de reconocer que la coerción económica y política que albergó la globalización en la era de la unipolaridad ha finalizado y se debe establecer un relacionamiento internacional diferente, es decir, donde los intereses de los países sean realmente tenidos en cuenta, algo que equilibre la posición del diálogo de culturas sobre el que gravita el avance internacional de China.

El mundo multipolar no debe entenderse como el paso de un predominio político a otro, como de la asunción de principios democráticos en el relacionamiento internacional.