2024/08/27



Las cimas de las montañas siempre han jugado un papel estratégico porque se divisa "el más allá" de lo que no puede verse desde el cañón.

De posiciones defensivas, lugares de avanzada y reconocimiento en la guerra se convirtieron en pivotes de la comunicación análoga como digital, lo que ahora se complementa con las redes de cobre, fibra óptica y satélites, esos pequeños cajones de lentes y circuitos eléctricos alimentados con energía solar, que se lanzan a través de cohetes y estacionan en la órbita de la tierra.

Ahora bien, la obligada circunvalación orbital coloca límites a una señal originada en la tierra en un lugar fijo, por lo que las transmisiones satelitales solo son posibles mediante un sistema de satélites que como un tren recojan la señal fija, la traspase a los demás y de estos, a la tierra según sea la necesidad. Las cada vez más nubes de estos aparatos en la órbita ha relativizado las limitaciones y la penumbra para las transmisiones, aunque claro está, siguen existiendo, como lo que sucede con una señal celular que por norma se agrupa en las ciudades o las vías carreteables.

Starlink promete superar otro tanto las limitaciones de cobertura, aunque, claro, la "penumbra"(que también tiene que ver con la calidad de la información obtenida y analizada pero en lo que la IA representará un salto adicional), tiende a disminuir pese a la magnitud de la tierra y sus accidentes geográficos.

Y aquí es donde entra la importancia de la Luna, el satélite natural del excepcional planeta azul, porque un centro de comunicaciones en la Luna, supera muchas de las limitaciones que impone el movimiento de los artefactos en órbita, los requerimientos de granjas de satélites, los altos costos de mantenimiento, los pesos involucrados, entre muchos otros aspectos relacionados.

De hecho, desde una posición en la luna se mira "el más allá", con la localización de telescopios y con la mira de las constelaciones de satélites de los demás en medio de la batalla que entre potencias está en marcha.