2024/08/03

El escenario de la guerra mundial, la una híbrida y la otra convencional, empujada por occidente debido a la expansión de la Otan en Europa Oriental,  en Ucrania, con una eslabón a fuego lento en el mar Meridional de China, ha transitado con rapidez de los destrozos de infraestructuras estratégicas en el Báltico, con la voladura de los gasoductos más importantes del mundo, en su momento, los Nord Stream y del puente más largo de Europa el Crimea Bridge sobre el estrecho de Kerch que une a Rusia con Crimea(que acumula 2 detonaciones a lo largo de su estructura, en octubre del 2022 y julio del 2023), a sucesos en la capital rusa como el carro bomba con el que se intentaba asesinar al intelectual cercano al Kremlin Alexander Duguin, y en el murió su hija Daria Dugina y el ataque al Teatro Crokus City Hall que costó la vida a 145 personas, en su mayoría jóvenes.

La escena se repite en Oriente Medio donde Irán, una de las potencias emergentes en esta región para los BRICS(+), ha visto como es asesinado el general Qasem Soleimani por parte de Estados Unidos en 2020, algo reconocido abiertamente por el entonces presidente Trump, la “caída” del helicóptero y fallecimiento del presidente Ebrahim Raisi, algo aún en investigación y más recientemente el asesinato mediante un misil de mano, en el propio Teherán del líder político de Hamas Ismael Haniyeh, cuando participaba de la posesión presidencial del electo Masoud Pezeskian.

El atentado de Sarajevo en junio de 1914 que desató la primera guerra mundial, palidece ante el tándem de sucesos y habla de la “viga de equilibrio” en la que se mueve el mundo desde desatada la guerra de Ucrania.

Hoy se habla de la obligada respuesta de Teherán a la actitud de la alianza occidental y en particular de Israel, socio clave en Oriente Medio, sin embargo, más puede el soft power de Beijing.

Considerar que las guerras y los golpes de mano con asesinatos en una batalla global como logros decisivos, es creer en lo que plasman las grandes pantallas y las películas de Hollywood, un imaginario dispuesto por occidente desde la lejana bipolaridad.

Sin embargo, hay que recordar que Estados Unidos logró su ascenso mediante la realpolitik, es decir, mediante la producción fabril, la economía, los intercambios comerciales y el desarrollo de la tecnología  y es precisamente la fórmula que adopta en sus relaciones internacionales la ascendente China.

Solo dos datos quedan para esta semana en este sentido.  El Fondo de Inversiones Públicas de Arabia Saudita, el 10 en el listado de fondos mundiales en el que no hay ninguno occidental y en donde si hay dos chinos, decidió firmar un memorando con China para el manejo de 50 mil millones de dólares. Los Acuerdos se realizan con Agricultural Bank de China, Bank of China, China Construction Bank, China Export and Credit Insurance Corporaction, Export-Import Bank of China y el Industrial and Commercial Bank of China. Los acuerdos incluyen la promoción del uso de monedas locales al margen del dólar.

Las inversiones clásicas del Fondo de Inversión Saudí se localizaban en occidente en firmas como Boeing, Meta, Citigroup, Bank America, Uber, Blackstone o Lockheed Martin.

Un dato adicional en medio de las tensiones en Oriente Medio. Intel la tecnológica occidental de microchips cae un 28% en bolsa, su mayor caída en acciones en 50 años.

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