2024/07/10

El desbarajuste político de Wall Street, que tiene que ver con la batalla entre demócratas y republicanos a la presidencia, una elección prevista para noviembre próximo, está ampliando la crisis de la hegemonía estadounidense al terreno militar, en particular la alianza en torno a la Otan, que preside Estados Unidos y que realiza su reunión en el país del norte en este momento.

Alrededor de 30 jefes de Estado, se han dado cita en Washington cruzando el bien extendido Océano Atlántico, unos 7.000 kilómetros si se viene de Europa y aproximadamente 10.000 kilómetros para el caso del Océano Pacífico, si se piensa en los mandatarios que vienen desde Asia, como Japón o Corea del Sur, lo que de facto transmuta esta organización militar propiamente en una entidad de carácter global, una respuesta clara al sistema de alianzas económicas de Oriente con pivote en China, los BRICS plus y la Organización de Cooperación de Shanghái, así como a la recientemente configurada alianza militar entre Rusia y Corea del Norte, a los ensayos militares de China en torno a la isla de Taiwán, parte del territorio de China continental y que está siendo aupada por Occidente en su independencia, como también debido a los ejercicios militares del gigante asiático con Bielorrusia en los entornos de Minsk.

De hecho, Biden está convirtiendo la reunión de la Otan en extensión de su campaña a la presidencia y a la que se están prestando mansamente decenas de líderes convocados. En realidad, la diferencia entre las propuestas de Biden y Trump sobre la Otan versan más bien en aspectos meridianos: Trump que demanda el pago de la guerra en Europa y en general la que involucra sus aliados, con sus propios recursos económicos y el involucramiento directo de sus tropas, mientras Biden, “a manera de promesa” aunque presiona mayores aportes financieros a la Otan, deja entrever que, en cualquier caso, más allá incluso de los pagos o compromisos, serán protegidos. En el caso del comercio entre el bloque EEUU, UE, Japón o Corea del Sur, la situación es semejante. Es decir, Trump será menos piadoso si se piensa en los beneficios económicos respecto de los intercambios de bienes y servicios (pensar en el costoso gas de esquisto o la industria de armas), lo que tiene que ver con el Make America Great Again con lo que planea mitigar los costos económicos del reshoring.

Ahora bien, la escena que se está presentando no hará sino extremar las posturas entre las élites estadounidenses, repartidas en el frentenacionalismo de republicanos y demócratas respecto de sus aliados, un costo político para EEUU que Biden canjea por un trinquete a su tambaleante campaña presidencial.

Es la tormenta perfecta. Mientras los gobiernos de Francia y Alemania están haciendo agua si se piensa en el apoyo a las guerras en Europa Oriental, Oriente Medio o, a las tensiones en el Mar Meridional de China, debido a la emergencia de partidos políticos que se oponen a las mismas, la centralidad del atlantismo, EEUU,  sufre no solo debido a la crisis partidaria, los movimientos antiguerra si no también como efecto de la desindustrialización, pérdida de competitividad comercial y tecnológica con Oriente, la fractura del Swift y la limitación que impone la contracción de las emisiones de divisas, que eviten inflamar los precios y mantener bajo control la devaluación del billete verde, lo que tiene correlación con las obligadas altas tasas de interés impuestas por la Reserva Federal.

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