2024/06/05

Mientras en Washington se aprueban miles de millones de dólares para la guerra, son los europeos quienes finalmente los pagan. Y no se queda allí.

Las tropas de reserva de la guerra en Ucrania son los jóvenes europeos, conocido que paulatinamente se reintegra el servicio militar obligatorio, país por país en el Viejo Continente: la exigencia de Trump materializada por Biden.

La estrategia de EEUU es desgastar a Rusia, mantenerla en el lodo de la guerra con la esperanza que ello conduzca al país eslavo a los límites de sus capacidades militares y económicas, pero algo que tiene su propio muro de lamentaciones, en el comercio que Rusia hace con China, lo que representa el mayor desafío a los cálculos previstos por Washington.

Europa Occidental como EEUU reconocen ya sin sonrojarse que sus asesores están en territorio ucraniano, pero advierten que no existen tropas propiamente dichas de carácter occidental, sin embargo, tales asesores son quienes operan las armas de mayor poder de destrucción en la guerra, como el uso de misiles lanzados desde tierra o aeronaves, que como se reconoce, tienen poder de ataque a profundidad del suelo ruso, lo que puede incluir sus propias capitales.

Parece lógico que asesores occidentales estén en suelo ucraniano, si se piensa en que la actividad de la maquinaria de guerra se “administra” desde centros de mando remotos, en regiones de Alemania, Francia, Reino Unido o Estados Unidos, por demás, los equipos como tanques, aviones, barcos, misiles, localización de tropas, dirigidos “via satélite”, contienen la “máquina enigma” de nuestros tiempos, es decir, los software que gestionan frecuencias de comunicación e interconexión con decenas de cientos de satélites occidentales. Tambi+en sucede para el caso de Moscú.

Capturar un equipo militar asistido desde el espacio exterior y emular su señal, ha permitido descubrir eslabones de la guerra que explican como se produce la penumbra en la comunicación satelital en regiones de Ucrania, debido a la operación de cañones de señales que ahora apuntan a amplias constelaciones de satélites.

Esto para decir, que la tercera guerra mundial en versión 2.0 es toda una realidad, y no precisamente virtual, debido a los cientos de miles de combatientes muertos que ya se han producido.

Ahora bien, el ingreso de las tropas de reserva a la guerra en Ucrania provenientes de Europa Occidental al frente oriental, con o sin estandarte visible, ya parece inevitable y los cantos de sirena que con constancia repite el presidente Macron de Francia, no son ni mucho menos que una idea con exclusividad, pero lo que va a desatar ataques nucleares a escala, mediante el uso de armas atómicas “tácticas” ya visibles en su despliegue en ambos bandos en confrontación, que previsiblemente primero se usaran en los entornos del teatro de guerra, como mensaje preventivo de lo que puede suceder en una fase subsiguiente. De no existir mediación posible en este escenario, se subirá el listón al nivel de la batalla en el espacio, destinada a la neutralización satelital, interferencia en comunicaciones, para luego desdoblar el ataque directo a centros de mando y control militar y civil, de carácter extraterritorial, si se piensa en Ucrania e intercontinental, como abre boca del choque nuclear generalizado.