El miedo a la muerte y al azar que representa
el momento de su llegada ha motivado la estructuración de diversas formas de
sublimación a este temor. El vacío que aparece ante la muerte, ante la transmutación
de lo vivo en lo inerte, de la existencia que genera afecto, compañía, a la in3xistencia
siempre deja la pregunta de porque sucede, a lo cual sobrevienen todo tipo de interpretaciones
al fenómeno natural; el castigo, la más común de las lecturas ante lo que se
siente como la mayor pérdida.
Los seres vivos creados por la naturaleza, elevados a la singularidad como únicos e irrepetibles, con lo que se amasa el afecto y el apego, que refuerza y valida la vida en el día a día, la protección, pero a la vez lanzados a la muerte, por cualquier causa que se presente. Muerto por un accidente o por una “razón natural”.
Millones de hojas de un árbol nacen diariamente, millones desaparecen y se degradan hasta convertirse en el suelo del que se nutren nuevos árboles en sus cuasi infinitas especies.
Ahora bien, en particular los humanos nunca seguramente asimilaremos tal contradicción algo tan incomprensible como la teoría del origen de todo; que de la explosión de un punto salió la totalidad del universo, como el big bang.
Esta realidad incomprensible explica el misticismo que nos acompaña y nos acompañará per se, y en esto poco puede hacer la inteligencia artificial así las Big Tech de Wall Street se queden con cada cosa que se circula por las redes sociales y con lo que pretenden comercializar la eternización de un ser humano. Los muertos en criogenia actuales se quedarán esperando la misma resurrección que esperaban los reyes del antiguo Egipto preservados mediante embalsamamiento.
Eso sí, la incomprensión de la muerte(aceptación) es sobre lo que se han edificado todo tipo de ritos religiosos, no existe cultura que no la posea.
La historia, que tiene que ver con la facultad de escribir y registrar los acontecimientos (y que en América fue destruida durante la invasión militar europea) explica porque en nuestra región es visible el predominio de la religión católica, que tomo cuerpo en la antigua Roma.
Sin duda, el misticismo y las formas específicas de sublimación de lo incomprensible juega su propio papel en la geopolítica, la obtención de la “autoridad” y la representación del poder divino, la representación de Dios en la tierra, entre otros.
El feudalismo se desarrolló paralelo a la estructuración de reinos, reyes o monarcas, que a su vez poseían la delegación del papado y una transmutación del poder que en su momento ejerció el imperio romano en Europa ya en el marco del teocentrismo; el “tratamiento” del espíritu o del alma (que no tenían los indígenas de América y que solo tuvieron luego de el bautismo y el reconocimiento del Dios representado por la jerarquía Occidental).
La disputa por la representación de Dios en la tierra tuvo su propio capítulo cuando el Papa Gregorio VII excomulgó al rey del Sacro Imperio Romano Germánico, Enrique IV en el siglo XI y cuando el último determinó prorrumpir el poder del Papa auto concediéndose la facultad de ordenar la estructura de la jerarquía religiosa en su región; el poder de investir cardenales, abades y clérigos. Era la antesala de lo que fuera la Reforma Protestante de Lutero ya en el siglo XVI.
Lo que vino después de la segunda excomunión de Enrique IV fue que este propiciara la invasión de Roma obligó a la declinación del Papa y monarca Gregorio VII mientras incentivó un acuerdo con jerarcas del Vaticano para erigir como nuevo Papa a Clemente III.
Esta declaración de independencia religiosa de la naciente Alemania es comparable a la que asumió la Rusia zarista(y actual) al adoptar la religión ortodoxa, que hoy se autoproclama como heredera del mandato religioso bizantino y del imperio romano de Oriente no contaminado por las versiones del cristianismo que tuvo que asimilar los efectos de las invasiones bar-baras a la bota itálica.
Las naciones con propios ejes religiosos se extienden por su puesto a Irán, India o China para seguir con el marco de la geopolítica actual. De hecho, Wall Street también ha relativizado el poder religioso del cristianismo de referencia en el Vaticano en la Unión Americana creando su propia regencia para el espíritu a través de las incontables iglesias evangélicas (pensar en el vicepresidente del primer gobierno Trump, Mike Pence y en la égida religiosa de MAGA, pero en lo que no desentonan los demócratas, por su puesto) y que proyecta a América Latina en particular y que apoyan sin ambages los proyectos políticos de derecha como en el caso del Bolsonarismo en Brasil, el Uribismo en Colombia, al presidente Novoa en Ecuador o los gobiernos de facto y de derecha de Perú. También es visible el apoyo que extienden al presidente Milei de Argentina o Bukele de El Salvador.
En el Concejo de Bogotá es visible la presencia de Pastores y Pastoras, que tienen sus propios partidos políticos como Mira o Colombia Justa y Libres. No termina allí, porque su presencia está en los partidos tradicionales (sobre sale el hecho de que estos grupos religiosos comúnmente superponen la bandera colombiana con la de Israel). De hecho, el gobierno del presidente Petro tiene su propia versión con la presencia del Pastor Alfredo Saade, con un raudo paso por la jefatura de despacho de la presidencia.
La actual campaña a la presidencia de Sergio Fajardo, si tiene en el centro un acuerdo con el Movimiento Independiente de Renovación Absoluta-MIRA y que está bajo la égida de la Iglesia de Dios Ministerial de Jesucristo Internacional(el acuerdo se extiende al “Nuevo Liberalismo”). El candidato Abelardo de la Espriella reconoce en medio de la campaña presidencial que “esto es una guerra espiritual también” al compartir un trino en su feed donde en una fotografía aparece rodeado de pastores evangélicos.
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