El laboratorio de la
estrategia para desatar la colonización europea de China que inició en el siglo
XVIII en 1939, con la primera guerra del opio llevada a cabo por ingleses y 1956,
la segunda guerra del opio, con franceses e ingleses, con lo que se hundió en la guerra civil al gigante
asiático y se apertura el siglo de la humillación según retrata la historia
de China, fue precisamente lo que sucedió en América del Sur en el siglo XIX, y
en particular con la Gran Colombia, capitaneada por Simón Bolívar en el
contexto del país continente integrado por las hoy Venezuela, Ecuador,
Colombia y Panamá.
La desaparición del imperio
romano derivó en la fragmentación política y económica de Europa, asociado a la
emergencia de culturas sometidas por siglos por la visión colonial de la
metrópoli de la península itálica, lo que derivó en los vaivenes de confrontaciones
armadas conforme se establecían monarquías y se daba forma a las fronteras territoriales
de los actuales países.
El gran descubrimiento en la Europa
del siglo XV fue derivar la batalla intereuropea soportaba en factores
como la posesión de la tierra y las riquezas asociadas a la misma, en un proyecto imperial de España, Portugal, Francia
e Inglaterra, sustentadas ideológicamente en el supremacismo cultural, lo que incluye el cristianismo (otras culturas fueron consideradas de carácter bárbaro verbigracia lo que hicieron los romanos con ellos mismos), con lo que se “legitimó” la esclavización
de sociedades, el hurto de tierras, de regiones continentales enteras
que en la actualidad representan países.
Se dio pues la lanzada al
colonialismo europeo en África, Oriente Medio y América sociedades con economías por entonces centradas en sus propias regiones mientras el objetivo de los europeos, era
integrar la riqueza de las mismas en el circuito económico de Madrid, Lisboa, Londres
y París, incluso más tarde el propio Berlín.
De la guerra continental en
suelo europeo se migró pues a la guerra entre potencias por posesiones a lo
largo y ancho del mundo. Por nombrar, británicos y franceses se enzarzaron en
una lucha territorial en América, en especial con el imperio español (el
imperio donde jamás se ocultaba el sol), que iba desde el Continente asiático y
se extendía hasta territorios americanos.
En particular ingleses y
franceses se unieron para estimular el levantamiento contra la Corona Española
en la actual América Latina, lo que tiene su propio capítulo con el
levantamiento encabezado por Simón Bolívar, prócer que terminó por consolidar la
independencia de la Gran Colombia, pero “un país continente” que luego de encaminarse
a la constitución de una república rivalizaba incluso con las metrópolis
londinense y de París, por lo que Inglaterra como Francia optaron en otra vuelta a la tuerca, por fomentar sectores
políticos que derivaron en la balcanización de la mega región bolivariana y
la secesión de Venezuela, Ecuador y a la
postre de Panamá(la antigua doctrina romana del Divide et Impera), está última
escisión mucho más tardía que la primera, ya a comienzos del siglo XX,
cimentada en el poder que proyectaba Estados Unidos considerando poseer un
Canal que une dos océanos, Atlántico y Pacífico, si se piensa en el contexto
neo mercantilista y fabril estadounidense que guiaba la expectativa de los líderes de la Unión Americana.
La antigüedad de la cultura
china, tan antigua como la occidental, evitó la balcanización que pretendió Europa
en el gigante asiático en el siglo XIX, pero que en América del Sur fue posible
por la latinización y la eliminación del saber cultural indígena del
subcontinente que sobreviene al siglo XV, explican en parte la partición de la
Gran Colombia, un proyecto político que
llegó a atraer, a más de su corazón localizado en el eje Caracas, Bogotá y Quito, incluso a Lima y Bolivia, lo que empalmaba con el proyecto propiamente
continental con lo que sucedía en Cono Sur con San Martín.
El desarrollo económico, técnico
y militar que abrió las puertas a las iniciativas independentistas en América
del Sur fue posible debido a las guerras en suelo europeo, en particular, el proyecto
imperial francés de Napoleón que confronto a sus equivalentes Español y Portugués,
y al incentivo que Francia e Inglaterra
hicieron de sectores sociales localizados en regiones bajo mandato de la Corona Española para que se
levantaran contra los reyes católicos, lo que incluyó
financiamiento, avituallamiento y acción conjunta de carácter industrial y técnico.
Hoy, la región neogranadina
enfrenta de nuevo un cambio de era geopolítica con el declive imperial
estadounidense en medio de la emergencia de nuevas potencias globales. La
erosión del colonialismo financiero tiene epicentro en Washington y se extiende
al Viejo Continente y es una ventana de oportunidad equivalente a la que se
presentara con la emergencia de las metrópolis londinense y de París, respecto
de España y Portugal lo que sobreviene al siglo XV y que permitiera los procesos independentistas bolivarianos
y en general de América del Sur.
De como se jueguen las cartas
y cuanto se sea consciente del momento excepcional que tienen las sociedades y
los dirigentes políticos que alternen el pasado colonial financiero, del reconocimiento y
aprendizaje de la historia, dependerá el futuro de las naciones neogranadinas
como lo fuera a comienzos del siglo XIX.
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