2025/05/01

Finalizada la Segunda Guerra con el dolor de millones de muertos en los campos europeos, las élites de Europa Occidental comprendieron que para salir de su propia ruina había que recuperar el tejido y la fuerza laboral y social perdido, y como en este tipo de historias, la opción fue adoptar Estados de Bienestar donde había que compartir las ganancias del modelo capitalista con la sociedad e impulsar un modelo de democracia liberal bipartidista que asumía este compromiso.

Por su puesto, el temor a la expansión de la marea roja proveniente de la Unión Soviética y que significaba contener revoluciones obreras y populares que quitara del sitial o el control de los estados por parte de las élites.

Es lo que ha cambiado. La guerra con Rusia por parte de Occidente terminó convertida en una guerra de desgaste una escena con sus propias formas, recuerda lo sucedido en la primera guerra mundial, donde la sustentación económica, la palanca demográfica y el desarrollo militar adquieren un papel central.

En este sentido, reconocer que los equipos militares occidentales en precios promedio, superan por tres sus equivalentes militares rusos, el apoyo militar a Moscú por parte de una potencia demográfica como Corea del Norte y el desarrollo militar que represente, por nombrar algo, la puesta en marcha del Oreshnik, hablan de hacia dónde se inclina la balanza de la confrontación.

Súmese que el acuerdo sinoruso ha terminado por doblegar el omnímodo poder económico y financiero occidental representado por el Swift (que se consolidó en la bobadita de 80 años), y que permite comprender por qué la economía rusa es más estable que la de Europa Occidental y del mismo Estados Unidos: solo ver los números de los porcentajes de deuda respecto del PIB (20 % Rusia y 120% Estados Unidos)

No hay duda que para comprender la remontada de Rusia ante las mayores "sanciones económicas" que Occidente ha establecido a algún país en la historia hay que mirar poco más de dos décadas atrás, cuando es visible la puesta en marcha de medidas de Moscú con las que ya se preparaban para lo que está sucediendo.

La decisión de las élites rusas fue comprendida tempranamente pese al cambio generacional, lo que tuvo contrapeso en la cultura y la memoria que contiene la rica historia rusa, con lo que contuvieron el inconmensurable y elaborado pensamiento único occidental que gravitaba en el control de los mass media y la internet.

No se construye ingeniería militar o economía de transición en medio del desespero que produce la guerra abierta. Queda también sobre la mesa el papel de la planificación, no ya aquella conocida como Central y controlada totalmente por el Estado, si no aquella que se pone en marcha ante las previsiones de la agresión a la nación y desarrollada de manera coordinada entre la empresa privada y la estatal (aunque la reingeniería en la producción solo fue posible por el papel que tomó el estado, quien revocó paulatinamente el modelo neoliberal con el que se gestionó el país eslavo tras la caída de la Unión Soviética hasta poco antes del finalizado el siglo XX).

Estos mismos factores son los que explican el éxito de la emergencia de China: décadas de planificación, participación importante del Estado, acuerdo intraélites, centrifugación y recreación de las mismas, lo que permitió la proyección del desarrollo y defensa nacional.

La derrota de Occidente en Ucrania, en particular de Europa Occidental, explica el billón de euros en “defensa” que Alemania anunció el pasado marzo, con lo que el país teutón trasformará su matriz de producción de bienes y servicios en industria armamentística y por demás dinamizará la economía de este sector allende el Atlántico en Estados Unidos.

Rolls Royce, Mitsubishi, Mercedes, Porshe, General Motors, Ford o Renault, por nombrar alguna empresa que durante la Segunda Guerra Mundial aportó en la construcción de aviones, tanques y municiones de guerra, ahora dejan su era dorada de autos de todos los tipos (también 80 años) para volver a la antaño aventura de los carros y aeronaves de combate.

Tiene que ver con la guerra psicológica a causa de los cada vez más comunes “hechos aislados” de tiroteos y atropellamientos, la “percepción de inseguridad” que se requiere establecer en Estados Unidos y Europa Occidental y que facilita la implementación de medidas gubernamentales que conculcan los derechos económicos, civiles y políticos: los parlamentos y ejecutivos pro élite necesitan las manos libres para desatar las inversiones en armas, la corrupción y estimular el enrolamiento militar de l@s jóvenes en los ejércitos.

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