Las instituciones de Bretton
Woods, el Fondo Monetario, el Banco Mundial, la Organización Mundial del Comercio,
a la postre las demás instituciones de La Organización de Naciones Unidas,
entre ellas, las de carácter jurídico como la Corte Internacional de Justicia o
la Corte Penal Internacional (aunque no ligada a la estructura de la ONU si
determinada por la correlación de fuerzas estatales en la ONU), ahora no
prestan “un buen servicio” a Estados Unidos en medio de su declive de la hegemonía.
Sucede con los miles de millones
de dólares invertidos en agencias estatales y paraestatales estadounidenses con
alcance global país a país en temas sociales, políticos y económicos. “Centros
de pensamiento”, financiamiento de universidades privadas en el mundo(incluye las
que se encuentran en EEUU o Europa Occidental) donde becarios a escala global
se “formaban”(con lo que amasar la hegemonía del pensamiento) o el negocio de imprimir
dólares y realizar empréstitos a los estados con que gestionar a control remoto
los mismos(no escapa alguno a escala internacional) de poco sirve ante la
realidad de la ventaja que en todos los terrenos toma China, una
tendencia que se consolida a través de los BRICS +, el uso de monedas locales
en el comercio exterior y el abandono paulatino del Swift.
Ahora las impresiones de 80 años
de emisiones traducen inflación y para contenerla hay que desacelerar el esténcil
de la Reserva Federal y eso significa recortes de gastos en todos los terrenos.
El magnate de Wall Street y Secretario
del Tesoro de Estados Unidos Scott Bessent ha mencionado a mediados de esta
semana que las agendas del FMI y el Banco Mundial están “desenfocadas”. Algo
similar ha sucedido con las afirmaciones que Trump ha hecho sobre la Corte
Penal Internacional cuando esta intenta procesar a Netanyahu un estrecho aliado de Washington. Es un modelo que se expresa en cada nicho político donde EEUU
incubó recursos y que como lo ha mencionado Trump debe responder a la pregunta
de “como se beneficia Estados Unidos” de ello en el momento (en el pasado sí
que lo fue).
La batalla de la élite estadounidense
que piensa que es mejor declinar a la opción de arrodillar a Rusia, ya por
momentos a China, y colocar frenos a las emisiones de la Reserva Federal también
es contra aquella élite empresarial que se resiste a reconocer la cambiante
realidad geopolítica y se aferran al modelo que ha producido los mayores ricos
que ha tenido la humanidad en toda su historia y con lo que se han apropiado e influencian los principales medios de comunicación en el planeta (incluye lo que sucede en
el mismo Estados Unidos).
La colisión también es visible en
la operación de la Reserva Federal controlada por la banca privada estadounidense
(un modelo menos formal que se adoptó a lo largo y ancho del mundo, país a país), donde
demócratas pro emisiones están enzarzados contra élites de Wall Street que consideran
que el tiempo de las aceleraciones del esténcil ha culminado. Lo cierto es que
si bien la administración privada de la banca central ha evitado en los países
de la periferia la hiperinflación, también ha servido para apalancar los
negocios de los “sectores pudientes” de las economías domésticas, en
particular, la especulación financiera vía tasas de interés, manejo de
información privilegiada y o-rientación de la inversión pública, que mediante
el mecanismo se privatiza.
Por su puesto, Estados Unidos,
como se mencionó en otra columna, está demandando un espacio en la poshegemonía
que de no lograrse, como lo afirmó el Vicepresidente Vance de visita en India la
pasada semana, llevará a un periodo de oscuridad a la humanidad en el siglo en
curso, y no parece casual lo de las reverdecidas tensiones entre India y
Pakistán donde un pretexto(como ha sucedido en la detonación de las grandes
guerras), bien puede desatar una guerra que involucraría poco más de 2700
millones de personas.
Son las cartas sobre la mesa que
se van colocando, como lo fuera la guerra en Europa, las tensiones en torno a
Taiwán, los choques Israel-Irán…etc. Y esto sin hablan de una potencial
confrontación ya en el orden militar entre China y Estados Unidos, que como se
sabe es el rival estratégico de la Unión Americana por lo que la guerra en
Ucrania era, de vencer Occidente, el primer paso para avanzar en mejores condiciones
sobre Beijing.