La restricción del acceso de las personas a los
estantes de las bibliotecas y el empaque en papel transparente de los libros en
las librerías va en la dirección de evitar que se conozca y se explore
superficialmente un texto, se mire un poco la introducción, se opte por valorar
el índice y algunas referencias temáticas, dejando sometidas las personas a las
contratapas bastante limitadas y en muchas ocasiones en tamaños de letras
prohibitivas mientras resaltan las imágenes.
Es decir, en el caso de las librerías compras o compras así sea que al abrir el libro y dar la primera exploración se termine por concluir que no es el libro que esperabas. En las bibliotecas quedas expuesto a solicitar un libro para que sea llevado a una aséptica sala y concluir lo mismo.
Son sutilezas, pero contrastan con la internet donde tecleando o con un mandato de voz obtienes respuesta, aunque por su puesto ranqueadas según los propietarios de las Big Tech estadounidenses donde igual se paga para estar en primer lugar de resultados o terminar relegado al número quinipoticientos al que “nadie” podrá llegar.
Lo cierto es que esas “facilidades” que entrega el servicio que concentra cerca de un 100% de las "búsquedas" en el mundo, Chrome de Google o de Alphabet Inc en Occidente “impone” lo que se lee o determina lo opuesto. “Busque” en Google es lo que se escucha por doquier como si a través de esta puerta se encontrara lo irrefutable.
Hay un fenómeno. Los primeros listados que entrega Google de resultados se supone como el único y como entrega este mismo listado a todos quienes realizan la misma búsqueda se concibe como el “universo” y se vuelve la referencia. Sin embargo, lo omitido que es gigantesco si se conoce que la información en Internet abreva los zetabytes, no cuenta, no existe, no hace parte de cualquier análisis que se haga fundado en el Oráculo de Delfos moderno. De otro lado, Internet se ha popularizado en lo que llevamos de este siglo, unos 25 años, y la carga de la información que la humanidad tiene 3n libros de centenares de años no está allí, o está filtrada por el “etiquetado” con el que la información ha sido su-bida y administrada por bots (programas) o personas que son pagadas por las tecnológicas. Para entender tal limitación, es como confiar en la “verificación de datos” en Facebook que era realizado por pequeños grupos de personas contratadas y que tenían que controlar publicaciones de cerca de 3000 millones de personas que publican material constantemente en el mundo, que entre otros Zuckerberg decidió recientemente eliminar y “entregar” a los usuarios del ecosistema. Sucede con Twitter o X, y demás tecnológicas, es decir, lo que predominantemente circula en Internet.
Esta visión sesgada del mundo es sobre la que descansa la Inteligencia Artificial. Y no se queda ahí. Modelada esta virtualidad del mundo existen algoritmos que buscan incidir en las percepciones sociales, políticas, económicas de los mil millones de usuarios de redes.
La situación llega al punto donde como en caso de Netscape fue relegado por Chrome (entre otros Alphabet simplemente se dedicó a comprar buscadores que le competían y lo demás lo hacia al ser predominante en las búsquedas, es decir, desaparece los competidores y en consecuencia de la posibilidad de ser usados. Lo paradójico es que todavía se discuta si Google es o no un monopolio global, a lo que sobrevendrían controles, y que es lo que quieren evitar, pero los mismos a los que Trump ya se ha opuesto en el caso de la Unión Europea. También amenazó con aranceles respecto de ello manifestando que es una "violación de la libertad de expresión" y "afectación a la democracia").
El futuro será que se buscará en una interface de un ChatBot de IA con voz(que tiende a ser predominante-a veces encuentro el cell respondiendo en altavoz al “escuchar” algo desde el bolsillo-) y tecleado, y se entregará una respuesta a manera de ítems o “un ensayo”, que puede incluir el “querido” o “querida” con el nombre respectivo de la persona que hace la consulta, basado en el número de identificación del smarphone, cuenta de correo electrónico anexa a los servicios internet o lo que las Big Tech espulgan de correos electrónicos “personales”, que ya es un "input" del algoritmo del ChatBot.
Las respuestas pues se vuelven cada vez más particulares e “intimas”, a la medida de cada persona, pero por lo dicho respecto de todo el proceso tecnológico detrás, más invisible, lo que permite amasar a comodidad lo que piensa la humanidad y es lo que explica la danza de los millones de dólares que colocan sobre la mesa los inversores en las rondas de esta semana en Emiratos Árabes y luego París. O, la propuesta de compra de Open IA por parte de Musk(de hecho, Musk no es Musk, si no un grupo de inversores desconocidos y beneficiarios de por décadas emisiones de dólares de la Reserva Federal de EEUU y de la administración de fondos de pensiones del mundo a través de compañías opacas como BlackRock. Allí se cuentan por ejemplo fondos de pensiones privados colombianos) que asciende a 100 mil millones de dólares.
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