2025/02/16

Es conocido que la alianza sinorusa consolidada desde 2022, al inicio de la guerra de Ucrania, ha permitido dilucidar las posiciones tanto de Moscú como Beijing respecto de la política global, en particular su relación con Estados Unidos.

Las relaciones EEUU-Rusia en 2022, simplemente se congelaron y transformaron en una guerra proxi del primero contra Moscú en Ucrania donde las muertes de combatientes se cuentan ya en cientos de miles.

Por su parte, el mantenimiento de las relaciones comerciales de Beijing con Moscú en medio de la guerra fue un eslabón que intentó de múltiples formas ser tronzado, en particular, la opción de Estados Unidos fue armar a Taiwán y fomentar un “cordón sanitario" en aguas del Mar Meridional de China con países como Corea del Sur, Japón, Vietnam y Filipinas, lo que se desdobló a la alianza de los cinco ojos con Australia, Canadá e Inglaterra y al reforzamiento del control del paso de Malaca, un paso que garantiza el curso de los cargueros marítimos en doble sentido que une el Mar Meridional de China con el Océano Índico, y que permite el flujo de mercancías de los puertos del Imperio del Centro a India, Oriente Medio, África y a través del paso del Suez, al Mediterráneo, el Mar de Norte como cobertura a Europa.

La respuesta por su parte de Beijing no solo fue tolerar el asedio de sus barcos en el paso de dichas regiones si no integrar los esfuerzos de Rusia en la apertura de la ruta marítima del Norte, donde usando el paso del estrecho de Bering y circunvalando Rusia a través del Ártico se llega a los puertos, de nuevo, del Mar del Norte en Europa, como variante a la estrategia de bloqueo marítimo de Estados Unidos por la ruta del Canal del Suez.

Como se ve, los esfuerzos involucrados representan miles de millones de dólares en inversión y planeación, entre otros, no se desarrolla una flota de rompehielos nucleares para la ruta del norte de un día para otro, en lo que se dejan ver  proyectos de dos décadas de duración. Sucede con la reactivación de las fuerzas armadas rusas y la producción de sus equipos algo también visible desde el primer gobierno de Vladimir Putin en 1999.

La escalada occidental a Rusia adquirió nuevos niveles, en secuencia, con la congelación de Berlín bajo presión de Washington, de la certificación al uso de los gasoductos Nord Stream,  el 22 de febrero de 2022 y que operan bajo el Mar Báltico, construidos para el  suministro de gas a Europa Occidental a través de Alemania y que evitaba el paso por Ucrania, lo que eliminaba la posibilidad del corte del flujo por Kiev (a la postre los gasoductos fueron atacados mediante una voladura en septiembre de 2022), a lo que sobrevino la intervención militar el 24 de febrero de 2022 de Rusia en Ucrania. Dos voladuras del puente más largo de Europa en el Estrecho de Kerch y que une a Rusia con la península de Crimea; en Moscú con el ataque terrorista en el teatro de conciertos Crocus City Hall que se libró con la muerte de 144 en su mayoría jóvenes, sucesivos ataques con drones y las muertes con bomba de la hija del ideólogo del presidente Putin Alexander Dugin, Darya Dugina, un ataque estaba dirigido a él, o la muerte del jefe militar de defensa biológica Igor Kirillov con una bomba instalada en una patineta en diciembre pasado. El permiso del uso de misiles occidentales "en la profundidad" de Rusia a Ucrania o la intervención de esta última en la provincia rusa de Kusk, son mojones en la intensificación de la intervención que incluyó la potencialidad de respuestas de carácter nuclear.

Las cosas van en que Rusia se recupera económicamente pese al mayor bloqueo que ha impuesto Estados Unidos a algún país del mundo y a que China mantiene su curso respecto del crecimiento económico, ante la realidad de que Washington depende de tal forma de los productos, al precio que los factura Beijing, que no puede simplemente romper de golpe las relaciones comerciales con el Imperio del Centro. De otro lado, la alianza sinorusa se ha desdoblado en los BRICS +, se ha producido la rotura del Swift y progresa el abandono paulatino del uso del dólar en las transacciones comerciales internacionales.

Ante esta realidad Wall Street ha optado por la estrategia Trump en el sentido de dilatar la presión a Rusia, buscando un acuerdo para la comercialización de sus recursos en Europa, conceder como zona de influencia Europa Oriental. En un contexto más macro Washington desea establecer un nuevo Yalta, donde se redefinen zonas de influencia entre EEUU, China y Rusia, pero algo que tiene de largo como de ancho.

Una división internacional donde Canadá y Latinoamérica quedaría en manos de Washington, mientras Rusia como se ha mencionado tendría Europa Oriental y China el concierto asiático. India, Europa Occidental, Japón o África serian espacios compartidos.

Pero este nuevo orden global impacta de manera terminante la economía estadounidense que tendrá que lidiar con montañas de dólares que cristalizarán de manera patente su irredención, lo que derivará en tensiones sociales internas excepcionales. Por su parte China tendría que recalcular sus posibilidades de crecimiento económico con el riesgo de la ralentización del mismo y la potencialidad de una implosión interna, como lo ha recordado el presidente Xi en varias ocasiones. Rusia, en general tiene mejores perspectivas debido a la posibilidad de consolidar su industrialización y tecnificación internacional.

Ahora bien, son cartas sobre la mesa, sin embargo, la imposibilidad de que ello pueda tener sentido y viabilidad económica y política para las potencias abre de nuevo la Caja de Pandora de la guerra como opción. No puede olvidarse.

Respecto de Colombia, y en particular Latinoamérica el esfuerzo debe enfocarse en buscar salir al paso a quedar atrapado en el paraguas rígido de EEUU, intentado poner sobre la mesa la soberanía en sus relaciones internacionales que le permitan estar entre los tres grandes bloques establecidos. Lo primero es intentar que no se doblegue el eje soberanista Brasil-Mexico-Colombia-Bolivia-Venezuela-Uruguay que enfrenta y enfrentará un asedio excepcional. No será fácil.

Lo que se juega pues es el presente y futuro de generaciones enteras. La puja por la magnitud de lo que está de por medio tendrá varios round y comprometerá decisiones tanto de este como del nuevo gobierno en Colombia electo en 2026, para pensar en el corto plazo.

Ahora bien, tanto el expresidente Santos (en la actual Conferencia de Seguridad de Múnich) como el exviceministro de interior Cristo (en su carta de renuncia al cargo) han planteado la necesidad de que se mantenga la relación predominantemente comercial con Estados Unidos algo no muy diferente a lo que sostiene el expresidente Uribe. 

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