Ciertamente el mundo se pregunta hacia donde se
dirige la potencia en declive Estados Unidos, de la que depende el fracturado
sistema dólar global debido a los irredentos dólares impresos y con lo que monetizó
la economía global desde finalizada la Segunda Guerra Mundial, lo que ahora se va
como el agua de las manos con la aparición de los BRICS y la tendencia al
comercio en monedas locales que estos promueven por el mundo.
Lo cierto es que el mayor magnate en la historia humana y que ha producido Wall Street a fuerza de las emisiones de dólares de la Reserva Federal, que finalmente ha pagado con sudor y lágrimas el resto de la humanidad, Elon Musk, ha optado por lanzarse por el control del Estado, entre otros, de su desplegada por el mundo, fuerza militar de la Unión Americana evidenciando que ya la garantía de la riqueza ha dejado de estar en el mercantilismo y la especulación financiera y se encuentra en el Congreso o el ejecutivo presidencial, desde donde se moviliza la sociedad estadounidense en todo orden incluyendo el llamado a la guerra.
Las más recientes declaraciones de Trump desde su cuartel de operaciones en la Oficina Oval sumado a las equivalentes que ha realizado el ex jefe de la diplomacia europea Josep Borrell, evidencian que la expectativa del magnate del Mar a Lago, a más de implementar un neoliberalismo 2.0 con recortes generalizados en los gastos federales, y lo que denomina “rentas” para Washington situadas en la disposición de aranceles al mundo, es decir, lo que se intenta es que las economías del planeta amplíen el proceso histórico de financiamiento de Estados Unidos mientras por su puesto, se reducen las condiciones de vida de los ya universalizados trabajos informales en los siete continentes que posee la geografía mundial. Lo nuevo es que los europeos también se integran a esta base gravable que impone Washington en esta nueva doctrina y demostrados por la instauración de aranceles “universales” al acero y al aluminio del 25%: Trump dice que es solo el comienzo.
Elon Musk mencionaba en la Oficina Oval, que los solos intereses a la deuda de Estados Unidos equivalen en este momento al presupuesto militar de la Unión Americana, a lo que hay que agregar los recurrentes subidas del límite de la deuda que se autoimpone Estados Unidos, un listón que solo sabe ascender lo que significa emisiones de dólares, y que en conjunto con la acumulación de dólares por 80 años infiere la enfermedad de la inflación que padece Washington y que amenaza con evaporar las riquezas de los cónsules en Wall Street.
La expectativa del Wall Street renqueante, según lo planteado por el residente de la Casa Blanca es que a la postre se establezca una negociación tripartita entre Estados Unidos, Rusia y China para delinear el Nuevo Orden Mundial y a lo que Josep Borrell no ha dudado en llamar Yalta 2, haciendo un símil de la repartición de zonas de influencia que se realizó al final de la Segunda Guerra Mundial entre Roosevelt por parte de EEUU, Stalin de la Unión Soviética y Churchill de Reino Unido.
En cierto sentido China tendría que contentarse con Asia, Estados Unidos con Latino América y Canadá, y Rusia con Europa Oriental. África, Europa Occidental, India y Oriente Medio serian espacios compartidos. Tal estructura de zonas de influencia intenta evitar a como de lugar que se de estructura a una economía Euroasiática, que según notables conocedores de la geopolítica como Halford Mackinder llevaría a la pérdida de influencia de la periferia de la misma, lo que incluye los Estados Unidos.
La cuadratura del circulo se presenta conocido que de decaer el ratio de crecimiento económico de China, como el mismo Xi lo ha reconocido podría llevar a un descarrilamiento político y social del Imperio del Centro, pero algo a lo que también se ve sometido el mismo Estados Unidos quien tendrá que colocar freno a la impresión de dólares, toda vez que buscar fórmulas para evaporar los gigantes excedentes del papel verde ya impreso, como se ha mencionado, y lo que tensaría la situación social e interna del país.
Ahora bien, hoy la historia de Yalta la conocemos de memoria y explica la situación social de continentes enteros en el mundo, como África, Latinoamérica, la India, Oriente Medio y extensas zonas de Asia, y lo más complejo, que es, de facturarse una negociación de este tipo, la extracción de riqueza de estas regiones se acentuaría y aún no es posible imaginar lo que sucedería partiendo de la realidad que hoy tenemos.
Del otro lado de la moneda está la espada sobre la mesa. Hay que recordar que el epicentro de la hegemonía estadounidense está en Hiroshima y Nagasaki, que ahora cobra actualidad con lo que sucede en Gaza o la persecución y expulsión de los inmigrantes latinoamericanos en Estados Unidos.
Como decir que los nazis no mataban por matar como los grupos paramilitares en Colombia tampoco recurrían a la masacre por el solo disfrute.
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