El mito fundacional de Trump en el que se
pretende “volver a hacer grande a América”, que entre otros, no pretende volver
a hacer grande el Continente Americano, como a los Estados Unidos, fundado en
la población aria, migrantes provenientes de Europa luego de la “Era de los
descubrimientos”, es decir, la dominación violenta impuesta al mundo por España,
Inglaterra o Francia(entre otros) y que condujo a la práctica eliminación
física y cultural de las nacionalidades indígenas asentadas en Norteamérica, obvia
la realidad de que la “pureza racial” no existe en ningún lugar del mundo y no
solo considerando la biología como también respecto de la cultura, esto porque
la historia dice que los imperios emergen y declinan, y el declinar incluye
padecer la “invasión” y la mezcla social y cultural dispuesta por las naciones en
algún momento dominadas.
Lo cierto es que esta historia establece un crisol e intercambio de saberes, culturas y conocimientos y eso, sin destacar el que en la prehistoria, es decir, el antes de la escritura, y según hallazgos arqueológicos y las teorías de la evolución de la geografía continental del orbe, de Pangea a la bifurcación de la superficie terrestre, pone en evidencia diversos patrones de poblamiento vegetal y animal en la tierra, y mezclas sociales y de la biología en general como expresión propia de la actividad de la naturaleza, de la que los humanos hacen simplemente parte.
Ahora bien, no puede obviarse el que la guerra como forma de la mezcla cultural y social está mediada por la violencia y la humanidad “ha creado”, debido precisamente a la historia de la crueldad, mecanismos sociales y culturales para evitarlos, identificando las causas de la guerra que no son más que la expresión de poderes monopólicos de élites, reyes, castas o magnates, en donde emerge como activo la “democracia”.
Actualmente la caída de la hegemonía estadounidense y occidental coloca en entre dicho la construcción política relacionada con la denominada democracia liberal, es decir, formas de frentenacionalismo con las que se gobernó país a país el mundo desde la Segunda Guerra, pero que como se sabe es una forma tan restrictiva de la democracia como la que se presentaba en la misma Grecia o la Roma republicana, donde la preexistencia de la esclavitud o la segregación social era su característica, por ello, la humanidad enfrenta hoy no solo el reto de lo que puede hacer “a la desesperada” Estados Unidos, como desarrollar formas ciertas de democracia, de respeto por cada ciudadano de una sociedad, que de sentido al abandono del ejercicio de la violencia individual que se delega al Estado.
La llegada de Trump al gobierno de Estados Unidos coincide con el periodo de declive de la potencia de América del Norte y el miedo al desmoronamiento del dólar se siente en el aire. El magnate de Mar a Lago en entrevista a la revista time meses antes de su victoria, demandaba al ejército y aparato coercitivo global de Estados Unidos, cumplir con los mandatos que hiciera el presidente(consideraba para entonces confiadamente su victoria), y conocida la actividad “non sancta” del Pentágono o la CIA en la historia de los siglos 20 y lo que llevamos del 21, y dados a conocer los anuncios sobre Panamá o Groenlandia, a lo que sigue, que es esperable cualquier cosa “en razón” de la seguridad nacional de Washington, es evidente que el mundo ingresa a un periodo que transita de la ley del más fuerte que gestionaban las multinacionales estadounidenses en la era del auge fabril de Washington a la “intensificación” de la ley del más fuerte fundado en la actividad del ejército y aparataje más extensivo para el desarrollo de complots en el mundo.
Será el primer tiempo de esta historia y que, de sobrevivir a la tentación del uso de la bomba nuclear, lo que sobrevendrá como ha sucedido a otros imperios, es que Estados Unidos se reconozca en su diversidad cultural y como una potencia más en el concierto de naciones.
Ojalá el aprendizaje de la historia abra las puertas a un escenario global más democrático, que contenga y domeñe las fuerzas del capital que impulsan las guerras, que derogue el consumismo como referente de la cultura que facilite la descarbonización de la producción y que permita a la humanidad enfrentar los desafíos sociales y el ya inexorable dramático cambio climático.
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