Hablar del
cambio climático significa adoptar comportamientos sociales y humanos afines
con la conservación de los ciclos cuasi estáticos que orientan la actividad de
la naturaleza, si se trata de considerar beneficioso para la humanidad tener un
mapa de lluvias estable y sobre el que la humanidad se ha asentado en el
planeta.
De poco servirá la localización actual de las ciudades, que se han establecido en función del acceso al agua dulce, si precisamente las lluvias que abastecen los ríos que a su vez alimentan las obras de captación o embalses, obras de infraestructura cuantiosas y logradas tras décadas de trabajo, simplemente se trasladan para irrigar otras regiones insospechadas para la lluvia. De hecho, hace algunos meses cae nieve y diluvia en zonas desérticas del Norte de África o la península arábiga.
Por ejemplo, si a cambio de que llueva en los tributarios de 4 grandes embalses en Colombia, diluvia en cualquier otro lugar de la geografía nacional, las grandes ciudades que se alimentan de estas cuencas soportarán los rigores de los efectos del estrés hídrico, cortes e incremento del precio del agua, la emergencia de otras concentraciones urbanas que mantengan el abastecimiento, al punto de verse sometidas a una potencial reubicación
¿Cuánto costará desplazar ciudades enteras al nuevo mapa de lluvias que se construye en medio del cambio climático y cuánto durará este nuevo ciclo?
Se conoce que el clima del planeta tiene glaciaciones cíclicas pero que posee periodos de “millones de años”, una suerte de renovación de la vida planetaria, que de hecho ha significado el fin del predominio de especies y que va, entre estas, de los dinosaurios a los humanos.
El desarrollo de la humanidad ha sido posible por el clima que sobrevino a la última glaciación que se presentó hace 34 millones de años en la era Cenozoica y que se estima ha finalizado en el año 2009, cuando toma forma el determinante climático asociado a las emisiones antropogénicas de CO2 vinculadas esencialmente al modo de producción capitalista, entre otros, asociado al consumo de combustibles fósiles.
Se considera que regiones urbanas actuales podrán albergar temperaturas en torno a los 50 grados, un nivel que aborta cualquier posibilidad de vida humana “a la sombra”. La solución que incluso por décadas se aplica en regiones de altas temperaturas como la Costa Atlántica colombiana es el aire acondicionado, pero ello no significará si no más demanda de energía y que si no se puede soportar en embalses para energía hidráulica o solar(los paneles solo operan algunas horas del día y con relación costo generación no del todo claro y viable de manera sustentable en el tiempo), sobrevendrá de combustibles fósiles, la nuclear(que no hará si no transformar el ámbito de la crisis del clima en otra relacionada con la radiación por los residuos de la vida biológica por miles de años-afortunadamente existe el cenit del Uranio), el hidrógeno(que es realmente un sumidero).
Son dos los problemas que enfrenta la posibilidad de mitigar el cambio climático de primer golpe: el modelo económico y que este es de carácter global, es decir, se requiere de un consenso internacional en un mundo lanzado en una batalla a muerte precisamente de carácter capitalista. ¡Complejo! Es la batalla ideológica internacional, pero hasta ahí.
Ahora bien, el mandato de la naturaleza de reciclar lo que procura también debe guiar otros temas como el manejo de las basuras de las zonas urbanas y que mientras más grande más complejo. De entrada hay que decir, que los rellenos “sani-tarios” nunca han sido la opción y es la solución de meter bajo la alfombra un problema también originado en la cultura de consumo, la obsolescencia programada y el capitalismo.
El 2025 del gobierno colombiano debería enfocarse a su vez, en enfrentar este tema y que tiene su precedente en la administración Bogotá Humana y que de hecho explica el golpe de Estado del por entonces alcalde Petro.
Es decir, hay que establecer vehículos de recolección de basuras con cubículos para transportar residuos orgánicos que a la postre puedan convertirse en abonos, y otro para material de reciclaje, cartón y plásticos y metales. Deben desarrollarse tecnologías para aprovechar los diferentes tipos de plásticos (es la mejor forma de evitar que terminen en ríos y océanos), el cartón (para evitar talar árboles) y metales (para que su oxidación no termine envenenando aguas residuales de cuencas hídricas que comienzan en la contaminación de suelos en las ciudades pero que sus fluidos terminan en el río Magdalena y el océano para pensar en el caso de Bogotá, Medellín o Cali-aplica a toda urbe).
Hay proyectos interesantes relativos a la reutilización y repotenciación, revolución del conocimiento, basado en los artículos electrónicos arrojados a la basura e incluso soberanía en tierras raras soportados en el reciclaje, y que como es lógico deben encabezar las universidades públicas.
Sin duda, hay que terminar con las mafias dedicadas a traficar con el agua dulce de las ciudades, tala de árboles y explotación de la vida biológica vinculada a las Corporaciones regionales.
*No hay que olvidar que la glaciación comienza con un incremento de la temperatura global, deshielo polar, incremento de la masa de agua en los océanos, progresiva incursión en fenómenos extremos en lluvias y huracanes(¿recuerdan el arca de Noe?), para luego dar la vuelta al enfriamiento, lo que da origen al nuevo planeta.
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