El ser humano ha intentado encontrar
representación de su quehacer en la tierra midiendo el todo en sus
propias proporciones, que, aunque sirve como referente de las actividades
cotidianas como medir la duración de un día, definiéndolo como 24 horas, no
puede pasar de largo la realidad que lo cierto es que nuestras medidas no se
corresponden con las del movimiento de la velocidad de la luz, que es quizás un
referente más cercano para comprender el tiempo del universo. El mismo que
regenta el comportamiento de los átomos de los que estamos hechos.
Ciertamente los humanos somos tan perecederos como las hojas de un árbol. Parece una contradicción con lo de estar manufacturados a través de leyes naturales y por átomos y así es, hay un principio de contradicción que opera como parte de la expresión de la naturaleza.
Los sábados, domingos o festivos, son también una creación social y tiene que ver con tiempos de descanso y de recuperación de fuerzas en medio del ciclo de actividad y como ruptura de la monotonía, desfases que permiten desplegar la mente en el ocio, la familia, las artes, lo lúdico, la socialización, formas propias que permiten oxigenar y recrear la existencia humana. Por su puesto, el calendario es a su vez una representación de la memoria, de la celebración de eventos referenciales para las comunidades que pueden ser de carácter laico o religioso.
Las fechas a excepción del cumpleaños personal, son acogidas por la sociedad entera y el balance al “plan quinquenal” de esta sociedad que finalmente es la actividad del Estado respecto del bienestar o sus derechos. El enfoque del balance personal es una forma precisamente de desviar la atención de lo que significa un periodo como el mes de diciembre. No se puede equiparar las posibilidades individuales al verdadero poder y significación del Estado, al que todos se deben y sostienen con sus impuestos.
Tras la Revolución Francesa en 1789 se adoptó el calendario denominado Republicano (de la era de la Razón), en contraste con el calendario Gregoriano hasta entonces adoptado por la monarquía. Con aprobación de la Asamblea Nacional Constituyente gala se estableció que todos los documentos estatales titularían con “Era de la libertad”, numerándose desde entonces los acontecimientos gubernativos.
Era la “revolución cultural” parisina, que no se quedó en las fechas o nueva definición de las Cuatro Estaciones, porque también se acuñaron nuevas monedas alusivas a la transformación política.
Como era de esperarse el año solar, la vuelta al sol de la tierra, siguió siendo el referente de la estructura del calendario, pero los nombres de los meses y festividades religiosas fueron modificados y fue adoptado en Bélgica, Luxemburgo, Países Bajos, Alemania, Suiza, Malta e Italia.
Por su puesto, la Revolución Francesa culmina con el Golpe del 18 Brumario en 1799 por parte de Napoleón Bonaparte, quien, si se necesitaban más señas de lo que seguiría, derogó el calendario Republicano y volvió a instaurar el Gregoriano, sin embargo nadie puede dudar que la humanidad dio un giro determinante en la forma como ve su entorno y se relaciona con los demás en sociedad, su teoría política y de donde sobrevino a su vez el desarrollo de las ciencias puras y aplicadas con todos los logros que se siguen coleccionando hasta la actualidad.
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