Yemen, como muchos otros países atravesados
por un conflicto, ha tenido periodos de relativa paz para luego ingresar a otros
de mayor intensidad y escalamiento de las hostilidades entre los bandos
enfrentados.
Tras los procesos
independentistas posteriores a la primera guerra mundial cuando nació Yemen del
Norte y el levantamiento contra Gran Bretaña en 1967, y que dio nacimiento a
Yemen del Sur, el primer Estado socialista que existió en el mundo árabe, ambas
regiones se unieron en el año 1990 para constituir la república de Yemen, en
medio del declive de la Unión Soviética.
Coincidiendo con la “Primavera Árabe”,
durante el año 2011, comenzaron una ola de protestas callejeras contra la
pobreza, el desempleo, la corrupción del gobierno y la enmienda constitucional
que permitía la elección presidencial ilimitadamente. La presión de las calles
llevó a la renuncia del presidente Ali Abdulá Saleh, en medio de una coyuntura que canalizó el vicepresidente del país, Abd
Rabbuh al-Hadi, quién se hizo al poder.
Los choques políticos
evolucionaron hasta convertirse en un conflicto armado abierto y en el que el
movimiento Ansar Alá de ascendencia chiíta tomó el control de la capital Saná en septiembre de 2014,
luego de lo cual se desató una intervención internacional encabezaba por Arabia
Saudita, país fronterizo con Yemen, con ayuda de Estados Unidos, Francia, Reino
Unido, Canadá, Turquía y países de la Liga Árabe.
Sobre sale, a su vez, la
participación de mercenarios de países como Chad, Sudan, Uganda, Australia y
Latinoamericanos como Colombia, Mexico, Argentina, Chile, Salvador y Panamá.
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