Estados Unidos definió los carteles de la droga
como organizaciones terroristas mediante Orden Ejecutiva 14157 del 20 de
febrero de 2025 (de carácter administrativo y que omite el paso por el Congreso),
bajo la justificación de que “amenazan la seguridad del pueblo estadounidense, la
seguridad de Estados Unidos y la estabilidad del orden internacional en el
Hemisferio Occidental”.
El interés de Estados Unidos en este sentido es
“legitimar” asesinatos y muertes sumarias que practicará abiertamente el ejercito
de la Unión Americana. La legitimación adquiere verdadero lugar cuando los media
tradicionales dan cobertura a estas acciones justificándolas (EEUU mata 11
narcoterroristas como titula “inocentemente” el medio estatal alemán Deustche
Welle) y donde el referente es “matar y no preguntar” a más de perseguir mediática
y diplomáticamente a cualquier estado u organización civil que cuestione ello.
Es lo que recién sucedió con el ataque de una
lancha rápida en aguas del mar Caribe esta semana, en una acción donde por que
se pase por un territorio vedado por EEUU, simplemente te conviertes en objetivo
militar legítimo desconociendo el principio de inocencia que solo puede ser relevado
por una detención, un cateo y un proceso legal, el que es simplemente evaporado
a golpe de cohete o de dron.
Ahora bien, la directiva expedida por el
presidente Trump, omite relacionar narcos que operen en el resto del mundo(está
dirigida al Hemisferio Occidental), en particular, los carteles situados en las
grandes metrópolis europeas o en el mismo Estados Unidos donde las drogas se
disparan en su valor y en consecuencia están los capos más importantes, los que
visten de traje y corbata y que hacen trading de divisas en connotados bancos
internacionales, lo que en cualquier caso no es caracterizado como lavado de
activos.
Por su puesto esta “patente de corso” deriva en
lesiones al derecho internacional, lo que puede escalar a la Corte Penal
Internacional-CPI pero lo que ahora mismo pretende ser contenido “preventivamente”
con la persecución que Estados Unidos practica
contra fiscales, jueces y familias de los mismos, que pertenecen a la CPI, lo que
particularmente está relacionado con la orden de arresto que esta entidad liberó
contra un firme aliado occidental, el presidente Netanyahu de Israel debido a un
proceso en curso sobre genocidio al pueblo palestino que inició
Sudáfrica(recordar la emboscada, como titulo el mismo CNN, al presidente Ramaphosa en la Oficina Oval por
parte del presidente Trump, el pasado mayo). Sucesivos países ahora acompañan
la demanda, incluido Colombia. (ver https://es.wikipedia.org/wiki/Genocidio_en_Gaza).
De hecho, la decisión estadounidense a su vez,
vuelve papel mojado la base fundamental sobre la que se constituyó la
Organización de Naciones Unidas cual es reconocer la soberanía de las naciones
en tanto, aunque no ha sucedido, lo del Caribe, bien puede abrir la puerta a
intervenciones de este tipo ya directamente sobre países donde a la sazón de
Washington operan o tienen intereses los carteles del narcotráfico, lo que si
se piensa, de nuevo, en el Hemisferio Occidental, puede ser la acción en
cualquier país de la región, por su puesto, y como se ha reiterado, al margen
del territorio de la Unión Americana, y esto pese a que los países aliados en
esta cruzada de Washington en el continente, como se ve por sus posiciones en
las recientes discusiones en la CELAC sobre el tema como Argentina, El
Salvador, Perú, Ecuador o Paraguay (quienes se opusieron a la resolución que condenaba
el despliegue militar de EEUU en el Caribe), también poseen carteles de la droga
y eventualmente pueden ser intervenidos. (no olvidar que en la guerra arancelaria
no ha habido condescendencia si se piensa en los históricos países aliados de
Washington).
No hay duda que contenida la era del
colonialismo financiero basado en el poder blando de la impresión de dólares con
lo que se tranza el comercio internacional, y que ordenado por la Reserva
Federal definía el beneficio de las multinacionales estadounidenses, entre
otros, por el ascenso de los BRICs, a lo que ahora se suma la Organización de
Cooperación de Shangai, en general, el Sur Global, la herramienta que le queda
a Washington es de nuevo recargar la intimidación ante los reveses de la guerra
arancelaria, la que va con punta de lanza con Israel en Asia Occidental o con
la guerra de Ucrania.
Por su puesto, el despliegue del mar Caribe
vela el verdadero objetivo que, en este caso, es el petróleo de Venezuela, como
Groenlandia es su posición estratégica de cara al Ártico en la disputa de EEUU
con Rusia; Canadá con el suministro, de nuevo, de petróleo o Panamá, el
trasiego de mercancías chinas en la región.
EEUU, es pues un gigante herido al que solo se
le ocurre desplegar un submarino nuclear de cara a potenciales intervenciones
militares en la región latinoamericana.