La historia de la humanidad ha
sido posible gracias al aprovisionamiento alimentario de océanos y ríos. De hecho, la extracción de
proteína animal proveniente del mundo marítimo y de los ríos soportó el importante
crecimiento demográfico humano de los últimos 60 años, donde la captura de peces silvestres se ha más
que quintuplicado.
Aún así, la considerable
reducción de las poblaciones de peces y la extinción de otros ha obligado a la
revisión de la idea de que tales ecosistemas
son una despensa infinita.
Desde finales de los años
ochentas la captura de peces silvestres de mares y ríos del mundo se ha estancando y oscila en
un valor que corresponde al peso de los peces capturados en torno a 90 millones de toneladas anuales.
Este panorama se vuelve más
complejo conocido que el 99 por ciento de los océanos están abiertos para el
uso extractivo de peces, lo que ha facilitado la expansión descontrolada de las
zonas de explotación pesquera en el mundo.
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