2012/04/01

Para fines del siglo XX, en el mundo existían alrededor de 45 000 grandes embalses de agua usados para propósitos como suministro de acueductos, irrigación de cultivos, generación de energía eléctrica y para el control de inundaciones.


Sin embargo, estos loables oficios se contrastan con los efectos medioambientales, el desplazamiento humano, la afectación de los recursos pesqueros que soportan la supervivencia de las comunidades, también resultado de la construcción de grandes diques.

Por su parte, el cambio climático está incrementando el riesgo de sequías e inundaciones, dos factores que son susceptibles de acentuarse en las regiones de influencia de las represas construidas.

El pico de la construcción de grandes embalses en el mundo se presentó en el periodo 1970-1975 cuando se construyeron 5000 diques, el equivalente a los existentes en la historia de la humanidad hasta el año 1949, cuando desde entonces los emprendimientos hidráulicos tendieron a la baja.

En medio del complejo panorama que representa el agotamiento de recursos como los combustibles fósiles, los riesgos asociados a la marcha de la energía nuclear y los obstáculos que lastran el avance del desarrollo de las energías limpias, la energía hidráulica recobra las expectativas del pasado.

Específicamente en Colombia, está prevista la construcción de la más importante represa en el país respecto de la energía a generar así como por la utilización del segundo río en importancia, considerando no solo su cuenca y longitud, sino también su cercanía con la zona mayormente poblada de Colombia.

Se trata del complejo hidroituango, que prevé la generación de 2,4 gigavatios de potencia y el aprovechamiento del río Cauca, que posee 63.300 Km2 de cuenca y 1.350 Km de longitud.

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