La producción y ganancia que entregaba la explotación de la tierra y que forjó la economía desde el imperio romano a la Europa
teocéntrica, creó la aristocracia del medioevo que fuera desplazada por la burguesía (producción y consumo de bienes) manufacturados, ya no de alimentos como de bienes producidos en talleres, luego factorías bajo el impulso de los combustibles fósiles en tándem, carbón,
petróleo, energía nuclear, ya en el último tercio del siglo XX, el gas, los agrocombustibles,
la energía solar y eólica.
Esta producción donde la fuerza de trabajo animal y humana(los caballos, los bueyes, los elefantes…los esclavos, los siervos en el feudalismo..etc) fue desplazada por la energía de otros orígenes ya descritos, alumbró el capitalismo como se le conoce en la actualidad(si bien persisten los terratenientes, la mayor eficiencia en las ganancias se produce en la industria, empero en una eco-nomía neoliberal, se soporta en el agiotismo y la posesión de la hacienda generada por la sociedad pero privatizada).
Las revoluciones en torno a la energía sigue explicando el salto en el poder de las potencias o la lucha entre naciones por el predominio, ya global. Estados Unidos intentó buscar a través de la revolución de las tecnologías denominadas verdes como la electromovilidad, considerar sustituir los centenares de millones de vehículos de combustión que circulan minuto a minuto en el mundo(la fuerza animal y/o humana tiene sus propios límites si de cargar o desplazar toneladas de peso se trata) por vehículos eléctricos, relanzar una era para sus empresas multinacionales intentando reeditar lo hecho por Ford desde 1903 o General Motors desde 1908, quienes proyectaron ciertamente el imperio estadounidense en el mundo.
Tesla pretendía amasar “el fin de la historia” y dar continuidad a un nuevo siglo estadounidense. Sin embargo, sucedió lo que en tantas ocasiones se describe en estas columnas y es que la deslocalización industrial estadounidense, con la que salir al paso a lo que caracteriza el modo de producción capitalista, es decir, las crisis de tasa de ganancia y de sobreproducción, terminó por convertir a China en la factoría global, lo que ahora conduce a que no Estados Unidos como el gigante asiático, sea el que imponga lenta pero inexorablemente su constelación de empresas (en competencia dentro de la misma China) de vehículos eléctricos por sobre el referente en esta materia de Wall Street dirigida por Elon Musk.
No hay duda que la electromovilidad deriva(mitiga) los impactos ambientales relacionados con el cambio climático en otros relativos al consumo de agua dulce o que en el proceso de producción de baterías(que implica ingentes consumos de energía eléctrica) también empuje consumos de fósiles externalizados de las ciudades por termoeléctricas(peor aún el uso de energía nuclear), o que agudice el cenit de otras materias primas como cobre o tierras raras(por nombrar un par de factores). Sin embargo(no hay que olvidarlo), el eje de esta estrategia se situaba en recrear el espectro geoeconómico del capitalismo en tanto era como colocar el tacómetro del número de vehículos circulando en el mundo en cero y proyectar de nuevo el marco empresarial global.
Ahora bien, sin teocentrismo no hay aristocracia como sin avance del secularismo no hay burguesía, a lo que habría que agregar que sin la internet (considerando que la gente usa redes sociales hasta 7 horas al día) no hay el capitalismo y élites actuales. Es decir, la ideología o lo que determina la visión de las sociedades, lo cool, lo que da estatus, lo que se convierte en una necesidad, como lo es la comunicación instantánea o el consumo del tv de bolsillo o smartphone, por sobre todo la visión política que imprime, es un pivote esencial sin lo que no hay estrategia global(multinacional) de carácter empresarial.
No son las sociedades, las que luego de encontrarse en el ágora y mirando los pro y contras en torno a los desarrollos tecnológicos decide si estas iniciativas empresariales deben o no adoptarse, porque la motivación por la ganancia es lo que orienta en la practica el quehacer de las empresas (finalmente de las sociedades) que cotizan en Wall Street o cualquier mercado de valores del mundo.
Es lo que debe cambiar.
En medio de sucesivos procesos de extinción de especies vivas (somos una especie más, e inducidos por la idea del capital destruimos lo demás en lo que se vende como la búsqueda de la supervivencia diaria), del agua que no siendo una especie viva demuestra la relación intrínseca entre lo biológico y no biológico, la humanidad debe aprestarse a reconsiderar este teocentrismo moderno y considerar el referente que muestra a ojos la naturaleza. Sin duda, hay choques, hay vida y muerte en la naturaleza pero también muestra como hay lógicas que pueden transformar los procesos de destrucción que practican los humanos en menos acelerados y se vuelvan asintóticos si de daños al entorno (incluye la vida en sociedad) se trata.
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