Estamos frente al crack
de 1929 con las condiciones del siglo 21.
En 1929, el mercado bursátil no tenía los contrapesos que actualmente posee, como decir, que otras potencias han invertido en títulos de deuda estadounidense a los que no les interesa un desplome como el que se presentó en 1929, si no que se pone en marcha una serie de medidas de corto, mediano y largo plazo para desvincularse y protegerse de la pérdida de valor y representatividad del mercado de valores Occidental.
Considerar, por ejemplo, el paulatino desmonte del Swift que era el mecanismo único y exclusivo con el que articulaba el comercio internacional país a país y se dolarizaba el mismo. Hoy, y acelerado por la guerra en Europa, Rusia está al margen de dicho mecanismo y ha abierto nuevas rutas financieras, económicas y comerciales a escala global, un proceso que articula a Irán y que soporta otras expresiones globales de desdolarización y abandono del Swift que se realiza con epicentro en los BRICS +, a través del comercio internacional bilateral (entre países) con intercambio de bienes y servicios en moneda local o con soporte en el yuan.
Las montañas de dólares impresos y en manos de potencias al margen de EEUU apalacan dicho comercio alternativo incluso en dólares pero que arbitra relaciones comerciales y políticas al margen del mismo Washington.
Por supuesto, este declive practico de la hegemonía (que era el verdadero poder) es lo que explica la repulsa contra las organizaciones de Bretton Woods (Banco Mundial, Fondo Monetario, Organización Mundial del Comercio, instituciones de la Organización de las Naciones Unidas) que hace actualmente Wall Street en clave del gobierno Trump.
Imprimir y bombear más dólares al Banco Mundial y el Fondo Monetario para endeudar los países y dominarlos (un mecanismo que operó y se consolidó en los últimos 80 años) sería simplemente atizar aún más la inflación a escala global en consecuencia la devaluación del dólar.
La jefe del Fondo Monetario Internacional, Kristalina Georgieva reconoce que el dólar perderá su posición como referente de la economía mundial en el futuro, afirmación que recibió su propia respuesta del Secretario del Tesoro de Estados Unidos Scott Bessent cuando luego de ello hizo pública la opinión sobre que las instituciones de Bretton Woods “han perdido su enfoque” y “deben ganarse la confianza de la administración Trump en los próximos meses”.
Así como Oreshnik y el apoyo de las tropas de Corea de Norte a Moscú, cambió la escena de la guerra entre la Otan y Rusia en Ucrania o Deep Seek dejó en cenizas las 7 magníficas estadounidenses (Apple, Microsoft, Alphabet, Amazon, Nvidia, Meta y Tesla) y que sustentan el mercado bursátil de dicho país, lo que se repite con el reciente lanzamiento de las pruebas del 10G en China, en el campo financiero está representado por el paulatino abandono del Swift y la reestructuración del andamiaje ideológico político global en torno a Washington.
Wall Street ha querido mediante promesas persuadir a Rusia para que relativice su relación con China, pero la fortaleza de dicha alianza obliga a Washington a ir más allá y conceder a Rusia todo lo que pide en torno a Ucrania, e incluso el acceso al mercado de la zona euro de manera compartida.
Ahora bien, el intento de derrotar en el campo de batalla a Moscú (algo que continúa en la actualidad), no facilita el escenario imaginado por Washington y más bien Estados Unidos quedará sometido a los rieles de la transformación geopolítica internacional en curso.
Por su puesto, EEUU no se quedará inmóvil ante ello y los sacudones en las bolsas, en el comercio, en el orden militar también irán paralelo a dicho proceso.
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