2024/12/21

Mucho se ha destilado sobre la inhumanidad en la que terminó el tercer reinado alemán, el Tercer Reich, respecto de la degradación a la que fueron elevadas otras culturas diferentes a la referencial de Berlín, que se extiende a la animadversión por quienes tenían otras perspectivas políticas respecto de la defensa de derechos laborales debido al auge por entonces, del movimiento sindical.

Esta superioridad alemana, basada al color de la piel, los biotipos, estructura física, forma del rostro o color de los ojos, no es algo exclusivo del Tercer Reich alemán, si no que se repite en cada metrópoli colonial en la “era de los descubrimientos”, sobre lo que descansa el concepto de “raza” y que se explicita en perspectivas economicistas “centro periferia”, países desarrollados y sub-desarrollados, o las denominadas relaciones actuales Norte-Sur.

Es simple, hay unos que mandan y otros que obedecen. Unos que son superiores y otros inferiores.

Ahora bien, el colonialismo ha mutado de la forma de los Virreinatos de “la era de los descubrimientos” a formas que permitan explotar las grandes extensiones de tierras y de recursos que tienen las mismas.  En el caso de las inconmensurables tierras que poseían los reyes católicos en la conquista de América, lo cierto es que la explotación solo era posible de realizar en algunos puntos de las costas y donde existían asentamientos humanos, en particular comunidades amerindias. Lo que siguió fue la introducción de esclavos traídos de África.

De esta forma, la explotación continental de los territorios(monte adentro) se desarrolla en función de la palanca demográfica, por lo que había que estimular el desarrollo de urbes al interior, con matriz en los asentamientos de poblaciones originarias, algo que se acompaña de la facilitación de la constitución de empresas nacionales y penetración de las multinacionales: es decir, de los Virreyes, mayorazgos a la creación de élites locales.

De hecho, el neocolonialismo se soporta precisamente en como imponerse con mayor o menor sutileza. La mixtura de herramientas incluye la superposición del neoliberalismo (por colocar un ejemplo cercano, donde se pacta con élites domésticas su estatus, mientras se concede a explotación el resto de las sociedades); con el bloqueo económico (el símil del sitio romano, para arrodillar comunidades impidiendo su acceso al agua  y alimentos mediante la instauración de fortificaciones militares alrededor de las mismas-el SWIFT de hoy-), o la intervención militar a través de la Otan, también en el mundo contemporáneo, un tándem de estrategias que llevan a la imposibilidad del desarrollo económico y político de las regiones y lo que concreta la realidad del colonialismo del presente.

En este sentido, no es pues que el subdesarrollo se presente como incapacidad de alguna cultura de recrear sus capacidades económicas, técnicas o tecnológicas, pueda establecer un gobierno democrático, sino que es precisamente la injerencia exterior la que lo predetermina.

Sobra decir, que el subdesarrollo tampoco es pues un mandato divino y que el mundo “es un valle de lágrimas”.

De esta forma, el colonialismo ha mutado en sus formas manteniendo su esencia y adquirido nueva forma con la monetarización de la economía mundial a través del dólar, lo que significa que el mundo trabaja mientras que EEUU emite el billete que representa el mismo. Es decir, un bien creado por el trabajo solo puede existir si tiene representación en una emisión de dólares que lo represente y que realiza la reserva federal.

El presidente Trump, si se requieren más señas, ha anunciado medidas represivas de carácter comercial a los países que se dispongan a la progresividad del abandono del dólar como referente comercial. 

Y son las medidas hechas públicas, por su puesto, mientras otras menos ortodoxas vinculadas a “la mano invisible”, como los ataques económicos a los países por medio del movimiento de capitales golondrina, el bloqueo en el acceso al SWIFT, ataques informáticos hasta el paseo de los portaviones es lo que sigue; solo ver lo que sucede con el casus belli  que ha cre-ado EEUU, que denominan "el problema de la sobrecapacidad" (una condena por ser exitoso en la regla del capitalismo que es producir eficazmente) en el caso de China o la situación misma de la Federación rusa.

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