Cualquier zona con problemas de
seguridad puede intervenirse bajo dos formas básicas.
Como suele suceder en estas intervenciones urbanas, y ante lo absurdo de copar una región construida en zona de aguda pendiente, que complica la tracción de blindados, aunque fueron desplegados, y el desplazamiento de personal para enfrentar callejuelas, callejones,un ilimitado muro de escalinatas y grutas irregulares, se termina por empujar los pobladores al desplazamiento de la zona(La 13 aperturó la discusión en Colombia sobre el desplazamiento intraurbano); ilegalizar en la práctica toda persona que habite allí y convertir en objetivo de guerra los jóvenes por simplemente ser jóvenes, para concluir con el suceso de la Escombrera, porque la operación se realizó con una fiscalía(incluye la historia de una cuatrimoto) e instituciones públicas en general silenciadas o cooptadas en el sentido de evitar cualquier acción en el terrero que diera garantía a los derechos de las personas, incluyendo el derecho a la vida, por lo que las acciones adoptadas no podían terminar en un destino diferente del que se presentó, y es la muerte sumaria.
Puede aplicarse a cualquier comuna de Cali, Medellín, localidad de Bogotá o municipio en general, pero lo cierto es que esta política de terror convirtió la Comuna 13 de Medellín en un laboratorio de guerra urbana, que se apareja a la que se presentaba en las zonas rurales del país que concluyó con 8 millones de desplazados, que construyeron ciudades dentro de las ciudades de Colombia (todavía se les ve deambular por las calles sometidos a constantes procesos de revictimización) y 3 millones de hectáreas hurtadas a campesinos.
En contexto, los sucesos se presentaron en medio de una dictadura civil, donde las instituciones del Estado, la justicia, el Congreso (verbigracia la parapolítica), los medios de comunicación terminaron por silenciarse o avalar lo que sucedía.
Tampoco puede olvidarse que en esta zona de la Comuna 13, previo a Orión la comunidad se organizó en resistencia al pago de los servicios públicos, la típica quema de facturas, debido a las altas tarifas, algo que puede verse como el verdadero móvil político de la intervención militar.
A la postre, el terror en la Comuna 13, culminó con la entrega de esta zona a grupos paramilitares y de la misma ciudad de Medellín, que fue cedida al Bloque Nutibara (oficina de Envidado, la terraza...Don Berna y otros líderes del Cartel de Medellín) e inauguró, la que con sus matices continúa denominándose “DonBernabilidad”.
La 13 también es el laboratorio de el pago de la energía prepago a través de “medidores inteligentes”, compra de energía por días de la semana, o algunas horas al día. Aunque este modelo se intentó migrar al abastecimiento de agua potable predominó el taponamiento(“condena”) del ducto al ingreso de las casas por parte, en este caso, de EPM.
Ahora bien, la respuesta fue de organizaciones populares y de la sociedad civil quienes se movilizaron para promover el Referendo del Agua con pivote sensible en la ciudad de Medellín y que intentaba dar garantía a un mínimo de agua a las familias o personas con problemas de pago de los servicios. Se entregaron más de 2 millones de firmas ante la registraduría, sin embargo, el trámite del proyecto en el Congreso fue torpedeado y hundido durante el gobierno, de nuevo, de Álvaro Uribe Vélez.
Al final la presión de las organizaciones sociales condujo a la alcaldía de Medellín en 2009 a la adopción local de dicha política, a la que prosiguió Bogotá en 2012 y Cali en 2014.
Respecto de la segunda opción para asumir el problema de grupos armados ilegales, es adoptar la que se aplica en cualquier lugar del mundo y es un tratamiento social y policial, inteligencia y ataque a las estructuras financieras de las mismas.
*Puede pensarse que la Operación Orión se asimila al modelo Netanyahu en Palestina. El antecedente es la presencia de Yair Klein en tierras colombianas en los años ochentas del pasado siglo.
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