
Como en el pasado las acciones que
pueden derivar en guerra suelen encubrirse. En este caso la ciberguerra se
oculta presentándose como actividades ligadas al cibercrimen, tal cual el
ejercicio que desarrollaban los corsarios de los siglos XVI y XVIII en las
aguas del Océano Atlántico y el Mar Caribe, que finalmente estaban a la
orden de las potencias económicas de entonces.
Pero los riesgos no son
equiparables. Recientemente Naciones Unidas ha llamado la atención sobre la
potencialidad de que se presente una guerra nuclear por accidente ante un fallo
o una alteración de los sistemas informáticos, sobre los que descansa
actualmente la liberación de misiles atómicos en el mundo.
Según KasperSky, empresa dedicada
al desarrollo de sistemas informáticos de protección, el más reciente ataque informático
llevado a cabo por WannaCry, aunque impactó más de 150 países, concentró su actividad en la República Federal
de Rusia.
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