La llegada de Trump a la
Casa Blanca, basándonos en sus
declaraciones, representa la búsqueda de
un reposicionamiento internacional de Estados Unidos en el escenario de la producción de bienes y servicios a nivel mundial, un cambio sensible si se
piensa en largo camino recorrido por la Unión Americana en su consolidación
como centro de poder esencialmente financiero, y que se presenta como efecto de la puesta en marcha de mecanismos
destinados a paliar la crisis económica evidente ya en el año 2007, lo que
abrió paso al fortalecimiento del sector productivo en los países del BRIC y en
especial de China, un fenómeno que despunta desde el año 2000.
La estrategia Trump esta complementada
con la expectativa de debilitar las relaciones políticas entre China y
Rusia, que se han consolidado en años
recientes y que representan un eje de poder que disuade y coloca limites a la
presión que Estados Unidos pueda imponer al Imperio del Centro y que están
dirigidas a debilitar a China en el ámbito de la producción de bienes y servicios a escala internacional.