El declive en la producción de
petróleo en Estados Unidos, tendencia que caracterizó el periodo 1985 hasta el año 2007 ha sido revertido, entre otros, mediante la
puesta en marcha de la explotación de petróleo no convencional, que tiene como base la fractura hidráulica.
Dicha tecnología, que involucra
mayores costos económicos y ambientales que la explotación de petróleo convencional, explica el boom de las perforaciones de
pozos de extracción que se incrementaron en más de un 400 por ciento en la
Unión Americana entre los años 2007 a 2013, una realidad que se explica como
consecuencia del rápido declive de los yacimientos asociados al fracking, que en
dos años de explotación se precipitan en
su producción entre un 75 a 80 por ciento.
Entre los costos ambientales que
suscita el fracking está el relacionado con la contaminación de agua. Para producir
un barril de petróleo no convencional mediante esta técnica, se requiere contaminar
9 barriles del ahora denominado oro azul, un estimativo que dialoga con el panorama
de sequía y desertificación que proyecta el uso de la fractura hidráulica y la
explotación de recursos no convencionales.