2011/10/23

El acuerdo entre los gobiernos de Panamá y Colombia rubricado el pasado agosto, en el que se abre paso la construcción de una línea de transmisión de energía eléctrica entre los países, y que rompe en un primer nivel el aislamiento en las comunicaciones terrestres que preexiste entre las dos naciones, inaugura una nueva etapa en las relaciones de los estados bolivarianos, pero recuerdan los sucesos de 1903 cuando el istmo con apoyo de EE.UU, decidió separarse de Colombia.

Por su parte, la noticia de la interconexión energética coloca en la agenda binacional otros temas. Las relaciones entre los países han pasado por dificultades asociadas a la presencia de grupos ilegales en la frontera, las presiones de los movimientos que se oponen a la apertura del tapón del Darién, la situación de la evasión de impuestos de mercancías chinas que hacen transito en Panamá con destino a Colombia, el narcotráfico, y, más recientemente, la decisión del gobierno Martinelli de otorgar asilo político a la ex directora de la agencia de inteligencia colombiana DAS, Maria del Pilar Hurtado, quien es procesada por la justicia colombiana.

Desde la construcción del canal, Panamá es una región estratégica a escala mundial. Por allí cruza alrededor del 5% del comercio marítimo global, y paulatinamente toma ventajas como ruta de los bienes que se producen en China con destino la costa oriental de los Estados Unidos.

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